El lenguaje corporal de hombres y mujeres presenta comportamientos muy distintos, generados tras siglos de imposición de unas determinadas pautas educativas y culturales. Ambos presentan ventajas e inconvenientes, pero las señales de poder y liderazgo se asocian, en parte, a gestos eminentemente masculinos.
Guía de lenguaje corporal para mujeres directivas
Por ello, las mujeres directivas deben aprender nuevos hábitos no verbales que les permitan reclamar la autoridad también con el cuerpo.

Mujeres y liderazgo

Las mujeres ocupan en el mundo solo uno de cada cuatro puestos directivos, a pesar de que representan prácticamente la mitad de la población, según pone de manifiesto el estudio Women in business: beyond policy to progress, elaborado por Grant Thornton en marzo de 2018.
Sin embargo, como ha evidenciado la investigación realizada por Jack Zenger y Joe Folkman, en colaboración con la Harvard Business Review, las mujeres líderes consiguieron mejores puntuaciones que sus homólogos varones en 12 de las 16 competencias que conforman el liderazgo extraordinario.
Ahora bien, la principal fortaleza de las mujeres directivas se sitúa, por norma general en la empatía, una característica positiva que puede transformarse en un hándicap cuando es percibida como signo de falta de autoridad o sumisión. Por ello, el lenguaje corporal de las líderes es muy importante para frenar esa imagen de debilidad.

Lenguaje corporal en el liderazgo femenino

Según señala Carol Kinsey, autora de The Silent Language of Leaders o The Nonverbal Advantage, hay dos tipos de señales de lenguaje corporal respecto al liderazgo: por un lado está la calidez de la persona y, por otro, la autoridad. En el caso del colectivo femenino, el primer factor es habitual, mientras que presentan mayores problemas para demostrar el segundo.
En este sentido, la experta recoge en su artículo How Female Leaders Can Claim Power Through Body Language una serie de consejos para que las mujeres directivas aprovechen todo el potencial de la kinésica y sean percibidas como líderes poderosas y seguras de sí mismas.

  • Inclinaciones de cabeza. En el lenguaje corporal, inclinar la cabeza denota interés y preocupación hacia el emisor, pero también es asociado como símbolo de sumisión. Por ello, este gesto –particularmente femenino- debe limitarse a aquellas situaciones en las que se quiera evidenciar esa escucha activa del interlocutor, mientras que la cabeza debe mantener una posición más neutral cuando se quiera demostrar poder.
  • Espacio corporal. La autoridad, a nivel de comunicación no verbal, está vinculada a la altura y el espacio. Por ejemplo, a priori, una persona pequeña es percibida como menos poderosa que otra corpulenta. En consecuencia, las mujeres deben aprender a abarcar más espacio con su cuerpo, estirando los hombros, separando los brazos del cuerpo u extendiendo sus pertenencias sobre la mesa de reuniones, en lugar de hacer una ordenada pila junto a ellas.
  • Gestos infantiles. En situaciones de estrés, los varones frotan sus manos o se tocan el cuello y la cara, pero las mujeres enroscan mechones de pelo o juegan con el collar o el anillo, dando una imagen de niña pequeña. Para mostrar más poder, las líderes tienen que olvidar estos gestos y optar por mantener las manos quietas en el regazo o sobre la mesa.
  • Tono declarativo. Las mujeres, al realizar una afirmación, suelen terminar las frases con una tonalidad alta, como si preguntaran o buscaran aprobación, lo que es indicio de sumisión. La solución pasa por asegurarse de que el arco tonal de la declaración empiece en una nota, aumente a través de la oración y descienda al final, en lugar de elevarse.
  • Sonrisa. Las mujeres sonríen más que los hombres como forma de agradar y, aunque la sonrisa es una gran aliada a la hora de empatizar con los demás, usada excesivamente puede convertirse en un ladrón de credibilidad, especialmente en aquellas situaciones donde existe cierta tensión.
  • Asentir. Los hombres asienten para hacerle saber a su interlocutor que están de acuerdo, pero las mujeres usan este gesto continuamente: para decir que comparte la idea, que la comprende, que quiere que el emisor continúe… Es solo una muestra más de esa necesidad cultural de la mujer por ser aceptada. Sin embargo, ocurre igual que al inclinar la cabeza; para proyectar autoridad, es preciso mantener la cabeza quieta.
  • Interrupciones. En una reunión de mujeres y hombres, lo más probable que los varones intervengan con más frecuencia e interrumpan continuamente a sus compañeros. Por ello, la autora aconseja a las directivas que no tengan miedo a alzar la voz para ser escuchadas y no esperar a que le cedan la palabra.
  • Coqueteo. Algunas mujeres flirtean como arma para conseguir sus fines. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Berkeley demostró que las personas preferían a aquellas profesionales que se mostraron correctas y competentes en su lenguaje corporal frente a las que trataron de coquetear durante una venta.
  • Emociones. El colectivo femenino presenta menor capacidad para controlar las emociones y suele ser excesivamente expresivo en su comportamiento. Si el objetivo es motivar o involucrar, esta pasión puede ser positiva, pero es conveniente evitarla cuando se quiera dar imagen de autoridad.
  • Apretón de manos. Las mujeres que dan la mano con demasiada delicadeza son vistas como pasivas e inseguras. Un apretón firme, unido a una mirada a los ojos de la otra persona, es un sencillo cambio en el lenguaje corporal que ayudará mejorar la percepción de una directiva.

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