Cuando vemos una empresa próspera que solo genera beneficios siempre tendemos a pensar que eso se consiguió gracias al trabajo duro y a la constancia. Pero hay un pequeño detalle que solemos olvidar y ese es que todo emprendedor, antes de lanzarse a la piscina, hace un estudio exhaustivo para ver si su producto o servicio es factible y si este le puede reportar todos los beneficios esperados.
Para ello existe una herramienta infalible que requiere tiempo y dedicación para crearla y luego estudiarla con calma a fin de deliberar si finalmente es viable esa idea de negocio. Se trata de los análisis de costes. Todos esos cálculos, gráficos y análisis del mercado son herramientas que todo el mundo necesita para confirmar si el servicio que se pretende ofrecer realmente es rentable
Lista de costes
Antes de hacer cualquier estudio de mercado es imprescindible enfocarse en estudiar todos los costes que se prevé que se van a generar en los primeros meses de vida. Para ello hay que tener claro que existen dos tipos de costes: los tangibles y los costes intangibles. Aunque la misma palabra muestra la gran diferencia entre ambos costes (uno son objetos que se pueden tocar o palpar y los otros no tienen forma). Un ejemplo claro es por ejemplo el mobiliario, es fácil confeccionar un presupuesto más cercano y sin contratiempos que por ejemplo calcular los gastos de electricidad o agua que se pueden generar. Eso hace que sea importante detenerse a estudiar con calma la idea de negocio, el emplazamiento y sus condiciones ambientales para poder hacer una lista aproximada de cuántos gastos fijos habrá al mes y el margen de gasto imprevisto que puede surgir.
Estudiar el mercado
Conocer los diferentes proveedores y servicios externos que son necesarios para tener un negocio próspero es una tarea a tener en cuenta en un análisis de costes. Encontrar el servicio que se adapta a nuestras necesidades con el precio más económico es una labor que puede parecer difícil, pero que tan solo necesita un poco de investigación y tocar muchas puertas. En ocasiones el simple hecho de hablar con un par de proveedores hace que nos acomodemos en unos precios que tal vez sean desorbitados para lo que realmente buscamos. Por ello es vital recopilar todos los presupuestos posibles y hacer un cálculo aproximado de lo que puede costar acceder a servicios externos para ajustar la lista de costes a los gastos reales que tendremos si el proyecto resulta ser viable.
Calcular el tiempo de amortización
En los primeros meses es inevitable generar más pérdidas que beneficios. Generalmente tras el primer trimestre siempre se nota una notable mejoría y una vez pasado el primer medio año es el momento de confirmar si el negocio produce más beneficios que pérdidas. Los datos de los costes totales son reveladores porque gracias a ellos podemos estudiar cuánto tiempo es necesario para amortizar todos los gastos iniciales a fin de que estos dejen de ser pérdidas para convertirse en beneficios. En ocasiones la idea inicial resulta inviable por el mero hecho de que se necesita mucho tiempo para amortizar todas las herramientas (o costes tangibles) que se han generado. Por ello hay que realizar una reflexión para reformular esos gastos con la intención de buscar alternativas que resulten más factibles en el entorno del negocio.
La importancia de las representaciones
En ocasiones los análisis de costes son más fáciles de interpretar si se hacen representaciones gráficas donde marcamos los costes fijos y variables para poder estimar cuánto es el coste total a corto plazo. Estas representaciones pueden ser una perfecta herramienta de orientación y un soporte visual a los datos recogidos a la hora de hacer una lista de coste. Gracias a los gráficos es más sencillo encontrar muchas respuestas que son necesarias antes de confirmar si el negocio es viable. Una de ellas es encontrar el punto de equilibrio, ese lugar donde los beneficios y los costes se cruzan, determinando así cuál es el mínimo de ventas que deben generarse para conseguir obtener beneficios. Conocer ese punto de unión es necesario para tener claras las metas mensuales que se deben conseguir a fin de crear una política empresarial con el único fin de mejorar la productividad y obtener los beneficios.