Desde siempre nos han hecho creer que solo existe la inteligencia intelectual y que es precisamente esta la única que hay que desarrollar. Problemas de matemáticas, lógica, cultura general… ¡error! Existen muchos más campos de inteligencia y hay hasta siete perfiles de superdotados sin necesidad de ser un genio de las matemáticas o un erudito de las lenguas. Campos como la creatividad, el don de gentes o el arte son también un tipo de inteligencia que no se tiene mucho en cuenta, pero que es la fuente de muchas de las cosas que disfrutamos del día a día, ¿o pensabais que los grandes compositores o pintores de la historia nacían con ese “duende” que les han permitido pasar a la posteridad?
En esta ocasión nos vamos a centrar en una de las inteligencias que más olvidada parece que tenemos, pero que a la vez es la más necesaria en todos los aspectos, tanto en el plano privado y personal como en el ámbito profesional y grupal. Esta es la inteligencia emocional, que como bien dice su nombre, se centra en la parte emotiva de cada uno, lo cual incluye su carácter, los hábitos y la forma de enfocar los conflictos o emociones.
¿Qué es exactamente la inteligencia emocional?
Siempre hablamos de términos como la empatía o la asertividad (los cuales son similares pero muy distintos a la vez) y damos por sentado que todo el mundo sabe qué son esos rasgos y que los sabe poner en práctica. La verdad es muy distinta, puesto que cada vez es más común encontrar o conocer gente que admite, sin la vergüenza que antes generaba, no reconocer ciertas emociones. Eso no quiere decir que se sufran problemas mentales… simplemente no saben reconocer de forma clara qué emoción están experimentando en ese momento o la de sus compañeros, haciendo que sea difícil desarrollar la asertividad.
Inteligencia intrapersonal
Una vez comprobadas las nociones básicas vamos a hacer un repaso al inteligencia emocional test de conocimientos para ver hasta dónde podemos profundizar. Hablaremos principalmente de los dos tipos que existen y en los que es importante concentrarse: inteligencia intrapersonal e inteligencia interpersonal. De ambos tipos de inteligencia habló en su momento Howard Gardner en la teoría de las inteligencias múltiples, modelo que fue presentado a inicios de la década de los 80.
La inteligencia intrapersonal es aquella que nos da la oportunidad de conocernos a nosotros mismos a través de un sistema de auto-análisis. Dentro de este modelo de inteligencia accedemos a los distintos sentimientos, a la autocomprensión, para que tengamos capacidad de identificar cada una de las emociones y sacarles provecho como forma de dirigir nuestra propia conducta. Es un tipo de inteligencia privada, pero que engrandece a quien dispone de ella en términos del alcance de la efectividad. Si tenemos una buena inteligencia intrapersonal seremos más capaces de comprendernos mejor para que nos aceptemos y trabajemos mejor con nosotros, lo que nos llevará a que también colaboremos mejor con otras personas.
Para entender esta inteligencia hay que tener en cuenta que algunas de las capacidades que juegan parte en ella son la capacidad para evaluar nuestras habilidades, pero también para conocer las desventajas que simbolizamos. Se fomenta la habilidad para controlar nuestros pensamientos individuales y únicos, así como para definir metas que dirigirán nuestra vida. Y quienes la dominan son capaces de exprimir todo su potencial, saber tener autocontrol incluso en situaciones complejas y a través de la meditación hacer gala de un nivel de disciplina superior al de las demás personas.
Inteligencia interpersonal
En el lado opuesto de la balanza se encuentra la inteligencia interpersonal, que se concentra en el alejamiento de uno mismo para que la idea sea que podamos comprender a quienes nos rodean. Este tipo de inteligencia está muy valorado, porque de ella dependerá en gran medida nuestro éxito en la vida. Su importancia supera a la capacidad personal y la inteligencia en muchos aspectos, dado que se trata de lo que nos lleva a juntarnos con personas determinadas a las que elegimos a lo largo de la vida (desde los amigos hasta la pareja o los compañeros de trabajo y empresa si iniciamos un negocio).
Los factores más fundamentales en el desarrollo de esta inteligencia incluyen la armonía en las relaciones y la empatía. Lo que podemos entender como tener armonía en nuestras relaciones implica que tengamos capacidad para entender a los demás desde distintos puntos de vista para llegar a lo más profundo de sus pensamientos y preocupaciones. Esto supone saber valorar el estado de ánimo de los demás, las circunstancias que les rodean, las habilidades o los factores que puedan estar influyendo en su comportamiento. Supone ponerse en su punto de vista para entender el pensamiento, pero también saber mirar desde el exterior para poder encontrar la solución a lo que esté ocurriendo y que esa persona no sea capaz de ver. Alguien con una fuerte inteligencia interpersonal será capaz de crear un entorno de armonía a su alrededor y beneficiarse de ello de manera absoluta.
