La perfección es algo difícil de alcanzar en la vida y todos lo solemos aceptar. Sin embargo, a nivel empresarial es posible alcanzarla o acercarnos a ella con fuerza siguiendo una serie de parámetros regidos bajo el nombre de excelencia empresarial. La excelencia empresarial es la suma de unas actuaciones sobresalientes en la administración de una empresa para conseguir los resultados esperados.
Profundizando en la excelencia
Lo bueno de esta estrategia es que puede ser aplicada a todo tipo de organizaciones, con independencia de la actividad y otras circunstancias de la misma. El motivo de ello es que se centra en el elemento humano como eje principal en torno al cual gira la excelencia en el entorno de la empresa. De esta manera se puede crear valor añadido dando apoyo a todos los miembros del equipo y fomentando que puedan alcanzar niveles de mayor rendimiento con esfuerzo y afán de superación.
Este término busca mejorar los resultados que parecen inmejorables, usando sistemas de gestión de la calidad para buscar la mejora en todos los procesos y áreas de la organización. Sin embargo, no es suficiente con implementar estos sistemas. El objetivo tiene que ser desarrollar la calidad total de todos y cada uno de los departamentos de la empresa sin dejar de lado ninguno de ellos para fomentar un progreso y mejora con equilibrio.
Pero ¿cómo se puede alcanzar la excelencia empresarial? Esto requiere de una planificación similar a cualquier proyecto empresarial que se vaya a llevar a cabo: nos pedirá un modelo preparado a la perfección y no admitirá improvisación. Las organizaciones más avanzadas presentarán en las próximas décadas una forma muy diferente de gestionar la empresa en comparación a cómo se trabaja en la actualidad. El trabajo se realizará en equipos de alto rendimiento apoyados por líderes que de verdad marcarán tendencias. Esto nos indica que la excelencia en la empresa se debe adecuar a cada negocio de forma individual teniendo en cuenta las necesidades de cada uno y la forma de actuar que los representa.
Fundamentos de la excelencia empresarial
La calidad total que nos permitirá alcanzar la excelencia está basada en diferentes principios y fundamentos que conviene conocer para ser posible aplicar técnicas que permitan que los negocios progresen encontrando el mejor camino para la mejora de los mismos. El compromiso de los altos cargos, directivos y líderes con las medidas propuestas es uno de estos factores a fomentar. Estos líderes son los responsables de establecer los valores, principios y objetivos empresariales dirigidos a la obtención de la calidad total en la empresa. Además, también son los encargados de comunicar las acciones que se van a llevar a cabo y de motivar al resto del equipo humano. De ellos depende colocar la primera pieza de la construcción que se busca conseguir, así que deberán estar mentalizados de que en sus manos tienen una gran responsabilidad.
La orientación al cliente también es imprescindible. Se evalúa la satisfacción del cliente para ver si son necesarias mejoras para su atracción o fidelización. Para alcanzar este propósito es preciso conocer las necesidades de los consumidores y saber qué es lo realmente importante para ellos y qué es lo que les aporta valor. Pero no hay que olvidar la implicación de los empleados. Las personas tienen que involucrarse en los procesos y mejorar sus actuaciones lo máximo posible para mejorar al ritmo que también mejora el resto del negocio.
En otro orden de cosas, hay que desarrollar alianzas, tanto a nivel interno como externo, para mejorar la eficiencia y la estrategia de cobertura. Hay que adoptar la gestión por procesos: abrir la empresa y dividirla en procesos pequeños permite mejorar a éstos más fácilmente y, así ir más allá en cuanto a los resultados empresariales generales.
Así mismo, es fundamental que sepamos que la excelencia se compone de dos dimensiones: dimensión estratégica o de ámbito externo y dimensión de ámbito interno o cultural. La primera está dirigida a crear e implementar algo nuevo y original, siendo útil y beneficioso a la vez para una empresa. Además, también engloba tener en cuenta la calidad del producto o servicio para la satisfacción al consumidor. Por su parte, la dimensión cultural está representada por el esquema de valores que se comparte dentro del negocio.
Además de esto, y por si lo anterior no fuera suficiente desafío, las empresas tienen que alcanzar resultados excelentes no solo a nivel corporativo, sino que también deben satisfacer a los grupos de interés, incluyendo a clientes, proveedores, inversores y cualquier otra persona relacionada. Así es cómo se asegurarán de alcanzar el mayor nivel de excelencia.