Una de las características del liderazgo extraordinario es la capacidad de construir relaciones personales en el entorno laboral, pero ¿cómo vamos a conseguir esta inteligencia interpersonal e intrapersonal si no tenemos el control de las emociones en el trabajo?
El reto no es fácil: los habituales conflictos que surgen en equipos cada vez más diversos, sumados a la responsabilidad de gestionar una empresa en un escenario en constante cambio, elevan los niveles de estrés de los directivos, poniendo a prueba la gestión emocional. No obstante, existen mecanismos para mejorar el control de las emociones en el trabajo.
La inteligencia emocional, la clave del éxito
Para comprender la importancia de esta capacidad de dominar los sentimientos, debemos partir del concepto de inteligencia emocional, entendida como “la habilidad de gestionar las emociones de modo que sean expresadas de forma adecuada y efectiva, permitiendo a las personas trabajar de manera coordinada en torno a los objetivos comunes”, según la definición aportada por Daniel Goleman en el libro Emotional Intelligence.
Aunque hasta hace relativamente poco tiempo hablar de emociones en la esfera laboral era impensable, las investigaciones científicas han demostrado que este tipo de inteligencia es el mayor predictor de éxito que el cociente intelectual. Por eso, el control de las emociones en el trabajo se ha convertido en una de las competencias básicas de trabajadores y líderes.
De hecho, según Goleman, el IQ solo representa el 20% del éxito profesional de una persona, mientras que el 80% restante viene condicionado por la capacidad de control de las emociones en el trabajo. Esto se debe a que las personas con altos EQ, gracias a esa mejor gestión de sus sentimientos, evitan la rumiación de los eventos negativos. De este modo, mejoran la toma de decisiones, aumentan su creatividad, ejercen un mayor liderazgo, impulsan su habilidad para solucionar problemas y refuerzan su poder de negociación, lo que les facilita la consecución de sus metas, según explican Peter Salovey y Daisy Grewall en The Science of Emotional Intelligence.
El control de las emociones: beneficios internos y externos
“La clave está en aprender a identificar estas emisiones y en canalizarlas para que trabajen en nuestro beneficio, de modo que nos ayuden a controlar nuestro comportamiento y nuestro pensamiento buscando mejores resultados”, sostienen Luis Fernanda Ángel Montoya y José Fernando Monsalve Burgos en Control de emociones en el trabajo: el juego de los sentimientos organizacionales.
Además, no hay que olvidar la capacidad de contagio de las emociones. “Cada uno de nosotros influye en el estado de ánimo de los demás para bien o para mal; algo que hacemos continuamente; somos portadores de un “virus social” que genera reacción en los demás”, añaden estos autores. Por tanto, un control de las emociones en el trabajo por nuestra parte se traduce en un equilibrio emocional de todo el equipo, lo que repercute en la cohesión, el alto desempeño, la productividad y los resultados de la plantilla.
“La gente olvidará lo que dijiste, olvidará lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo los hiciste sentir “. Maya Angelou.
Cómo conseguir un control de las emociones en el trabajo
Para lograr esta gestión emocional óptima, el psicólogo Gonzalo Hervás establece en Psicopatología de la regulación emocional un método de regulación basado en seis etapas que permiten un procesamiento emocional eficiente de cada experiencia.
Apertura emocional
Ante la reacción emocional que surge inexorablemente ante cualquier situación, debemos realizar un acceso consciente a nuestras emociones. Es decir, tenemos que dejar fluir la respuesta que nos está provocando ese hecho concreto.
Atención emocional
El siguiente paso consiste en dedicar recursos atencionales a esa información emocional. El objetivo es tratar de encontrar el origen de esa reacción.
Aceptación emocional
Se trata de no juzgar de forma negativa lo que estamos sintiendo. En lugar de evitar esos sentimientos, como tradicionalmente nos han marcado –especialmente en el ámbito laboral-, es necesario asumir que todas las personas tienen emociones positivas y negativas como parte natural del comportamiento humano. Como apunta Alicia Escaño Hidalgo en Oportunidades cotidianas para aprender a aceptar emociones, “cada vez que uno niega o se resiste a algo, ejerce mayor presión al asunto y, por lo tanto, termina cronificando su propio malestar”.
Etiquetado emocional
El control de las emociones en el trabajo continúa con la identificación de las emociones que estamos experimentando. ¿Realmente ese hecho nos enfada o nos sentimos más bien defraudados? ¿Rechazamos un encargo por desinterés o por miedo al fracaso? Según Travis Bradberry, autor de Emotional Intelligence 2.0, solo el 36% de las personas tiene la capacidad de identificar las emociones que está sintiendo en cada momento. Sin embargo, cuanto antes etiquetemos la emoción, mejor, pues así evitaremos que vaya a más y seamos incapaces de gestionarla.
Análisis emocional
Detectada la o las emociones en cuestión, continuamos el proceso reflexionando sobre las implicaciones de ese sentimiento en nosotros y nuestro entorno. Quizá percibamos que nuestro enfado nos está llevando a tomar decisiones injustas o que nuestro miedo está generando desconfianza en los colaboradores, por ejemplo.
Regulación emocional
El control de las emociones en el trabajo concluye con la modulación de la reacción emocional, es decir, debemos ajustar nuestra respuesta a través de estrategias cognitivas, fisiológicos o conductuales. Solo así conseguiremos ser líderes equilibrados, positivos e imperturbables en las situaciones más estresantes.
Para desarrollar esta y otras competencias de los líderes extraordinarios, en el Grupo P&A ofrecemos a los directivos el programa The Extraordinary Leader, en colaboración con la consultora Zenger&Folkman, dirigido al desarrollo de las competencias de liderazgo de los miembros que forman la organización.
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