Una empresa funciona como una máquina compuesta por multitud de piezas, donde cada trabajador representa uno de estos elementos y, para obtener un resultado óptimo, es necesario que cada miembro del equipo desarrolle su trabajo en perfecta sintonía con los empleados con los que interactúa.
De ahí que las habilidades interpersonales de los distintos colaboradores, como las capacidades comunicativas, la destreza para aprender del pasado o la disposición para trabajar en equipo, entre otras, formen parte de los pilares fundamentales del capital humano, junto a las capacidades técnicas y la inteligencia emocional. Estos aspectos también deben ser tenidos en cuenta por los responsables de Recursos Humanos a la hora de seleccionar a los candidatos más idóneos para la compañía.
Para evaluar estas habilidades interpersonales durante el proceso de reclutamiento existen numerosas herramientas, como los tests psicolaborales desarrollados por diversos autores a lo largo de la historia. Si se usan correctamente y son interpretados por especialistas, sus resultados pueden ser reveladores en cuanto a quién estamos evaluando.
Dentro de estos instrumentos, destacamos tres de los más conocidos:
- Test de Rorschach
- Test de Zulliger
- Test de Lüscher
Test de Rorschach
Se trata de una prueba proyectiva de aplicación individual o colectiva que permite estudiar la personalidad de cada aspirante al puesto a nivel relacional, intelectual, emocional y de adaptación social.
Este test de medición de las habilidades interpersonales fue desarrollado por el psiquiatra y psicoanalista suizo Hermann Rorschach en la década de los años 20 y actualmente sigue siendo uno de los exámenes más empleados en los procesos de selección de personal, ya que permite descubrir la personalidad con un alto grado de fidelidad sin conocer a los aspirantes.
El test de Rorschach consiste en la exposición del candidato a 10 láminas con manchas de tinta en formas abstractas, testadas por el experto durante años entre personas de diferentes edades y circunstancias. En concreto, estos dibujos reflejan en “yo” externo del candidato, su interés por las relaciones sociales, su infancia, su capacidad de adaptación a la realidad o su resiliencia.
Test de Zulliger
Desarrollado dos décadas después por el discípulo de Rorschach, Hans Zulliger, este segundo test de habilidades interpersonales supone un perfeccionamiento del anterior, reduciendo a solo 6 láminas la evaluación de la personalidad de los aspirantes, tres para su interpretación colectiva y tres para su análisis individual.
En este último caso, los tres dibujos evidencian la estabilidad emocional del sujeto, la capacidad de abstracción y el potencial en función de la coincidencia de las respuestas del candidato con las esperadas.
Test de Lüscher
También llamado el Test de los Colores, esta herramienta mide el estado psicofisiológico de una persona, su habilidad para tolerar el estrés o para comunicarse con los demás, entre otras características de su personalidad.
Fue creado en 1947 por el psicoterapeuta Max Lüscher, también discípulo de Rorschach, aunque a diferencia de los dos anteriores, este modelo de examen psicolaboral se basaba en la percepción sensorial de los colores.
Por ello, en lugar de usar manchas de tinta, como los dos anteriores, el test cromático incorpora ocho láminas de diferentes colores, donde cada tono representa un aspecto concreto de las habilidades interpersonales del sujeto, más una novena de forma.