A lo largo de las épocas se han desarrollado distintos métodos con los que aumentar la motivación empresarial. La sociedad es consciente de que la motivación es una fuerza que puede mover montañas. Y por eso mismo se parte de este concepto a la hora de conseguir equipos de trabajo más efectivos, productivos y cuya implicación con la empresa se mide con resultados de alta calidad. Así pues, para mejorar los índices de motivación se buscan nuevas propuestas y muchas empresas quieren entender mejor y hacer uso de las recientes investigaciones sobre neuroliderazgo. Con la aplicación de este conocimiento se espera contribuir a la motivación de los empleados.
Motivación, el inicio de todo
Dos empresas de exactamente las mismas características pueden encontrarse con resultados muy distintos dependiendo del nivel de motivación que tengan sus empleados. A lo largo de la historia se ha podido ver, cómo en determinados conflictos bélicos, grupos de soldados en desventaja, pero muy motivados, podían imponerse a ejércitos más numerosos y preparados que ellos. Es el poder de la motivación, un sentimiento que invade la mente de las personas y que las ayuda a conseguir lo que en algunos casos parece una misión imposible. A su alrededor se genera una ola de buenas vibraciones con la cual cualquier empresa puede tener un gran futuro por delante.
Como decíamos, el neuroliderazgo es una fuente de conocimientos para expandir la motivación en la empresa. Para materializar este concepto hay que comenzar a mejorar la empatía con los demás miembros de la empresa. Significa llegar a ellos tratando de entender sus necesidades, no las relacionadas con el sueldo ni otro bien material, sino sus sentimientos y emociones, también en el entorno laboral. Tal y como han confirmado multitud de estudios recientes, pesa más proporcionar condiciones de trabajo atractivas al profesional que garantizarle un sueldo que supere los niveles esperados o solicitados.
Trabajar para motivar
Los especialistas de las empresas en el trato con el personal deben estar abiertos a entender las bases del neuroliderazgo, orientadas a desarrollar la motivación entre los trabajadores. Esto significa manejar las emociones conductoras, que son aquellas que harán que el ambiente en la oficina o el taller sea más positivo y que todo fluya con mayor facilidad. Al mismo tiempo, hay que hacer uso de la máxima empatía. De esta manera será posible entender las necesidades que tienen las personas, sus inquietudes y sus posibles carencias. Profundizar en ellas y cumplir con lo que necesiten para encontrarse mejor hará que la motivación fluya con una mayor facilidad.
Tampoco habrá que dejar de lado la asertividad y lo que ésta proporciona como medio de unión entre los ecosistemas mentales de los miembros del grupo. Es importante dejar que las emociones y los pensamientos fluyan y que se convenza y complazca a los empleados hasta donde sea posible. Al igual que se acepta que la mayoría de las decisiones en el trabajo se toman de forma inconsciente, también hay que esforzarse para que este vínculo se refuerce de la misma manera. El efecto será que los empleados estarán más motivados, porque verán que se les valora, que se les trata como iguales y que ellos mismos tienen un papel tan importante en la empresa que sin ellos el rendimiento no sería el mismo. Todo ello se transmite a través de pensamientos y emociones que acaban siendo tan naturales como beneficiosos, sobre todo a la hora de liberar y limpiar el cerebro de sensaciones nocivas que había acumulado, como reacciones emocionales perjudiciales para otros del propio entorno.
Para conseguir trabajadores motivados, las aplicaciones del neuroliderazgo se tienen que aplicar por medio de una buena comunicación, el fomento de la imaginación, las habilidades sociales fundamentales y la conexión laboral con los empleados, entre otros medios promoviendo más autonomía. Con este tipo de medidas se alcanzarán grandes resultados en la empresa y los niveles de automotivación crecerán de manera equilibrada en toda la organización.