Es el día del Jefe, pero para muchos trabajadores no es motivo de celebración.
Ahí, esta el jefe que nunca esta allí, el jefe que intenta ser el mejora amigo para todos ( y se olvida de entregarles a sus “mejores amigos” una estructuración y dirección ), un jefe que tal vez no sea tan listo como sus subordinados y rara vez tiene idea de los que esta pasando.
También esta el jefe excéntrico y optimista, un torbellino de energía que de alguna forma nunca logra encontrar esos dos minutos para hablar con sus subordinados directos. Y luego esta el jefe “correo que nos pillan” que ordena a sus trabajadores correr en los proyectos, pero que luego nunca llegan a finalizarse.
La mayoría de estos personajes existen desde los últimos 15 o 20 años, dice Tom Gimbel, director ejecutivo de LaSalle Network, una empresa que trabajo con 1.500 directores de recursos humanos el año pasado. La tecnología ha traido consigo más formas de ser un mal jefe. Como ejemplo, cita al jefe enamorado de los emails, que rehusa participar en conversaciones cara a cara o de lluvia de ideas, pero que en cambio se comunica constantemente a través de la pantalla del ordenador.
Jack Zenger, Director ejecutivo de liderazgo de la consultora Zenguer Folman, dice que la imagen que nos viene a la mente cuando se piensa en un mal jefe es Michael Scott, gerente de la empresa papelera regional de la ficción, interpretado por Steve Carrel en la antigua comedia de la NBC, The Office.
Scott es inadecuado, inepto y torpe, pero lo cierto es que la mayoría de los malos jefes de la vida real no son tan entretenidos, sólo carecen de visión y dirección, según Zenguer. El añade que la mayoría de los malos jefes lo son por omisión al no articular claramente lo que desean o no enfrentar los problemas con los demás cuando las cosas van mal. No son buenos colaborando con otras personas dentro de su organización y no son transparentes con sus grupos.
El jefe clásico, grita y hace comentarios desagradables hasta que se sale con la suya, utilizando un estilo de liderazgo de “mando y controlo” que cada vez esta mas “demodé”, siendo los gritos algo cada vez menos aceptado en el trabajo, según Zenguer. ( Aunque tal vez ahora regrese el jefe fanfarrón: Una encuesta reciente dentro de Kronos Inc. descubrió que un 75% de empleados elegirían a un gestor exigente contra uno agradable pero ineficaz ).
Zenguer ha recopilado datos sobre cerca de 50.000 directivos de todo el mundo y vio que un 18% de los que están en el 10 por ciento inferior en al menos una competencia – piense en “la integridad y honestidad” o en la “colaboración y el trabajo en equipo” – del estudio de liderazgo , datos obtenidos mediante la retroalimentación que representa los cuestionarios cubiertos por sus compañeros y subordinados, indican en los niveles más bajos una señal de alarma de ser un mal jefe cuyas consecuencias sufren sus empleados.
“Existe correlación directa entre la eficacia del líder y el compromiso general de los empleados”
¿Podemos aprender algo de un mal jefe? Zenguer y Gimbel solo pueden llegar a decirle una cosa
“Un mal jefe puede llegar a convirtiéndose en un gran entrenador”, dice Gimbel, “porque podría llegar a enseñarle como usted no debe ser”