Por Alberto de Haro, consultor de talento en Grupo P&A.

El liderazgo, como el deporte de élite, pone a prueba cada día nuestra capacidad para superarnos, mantener la calma en la adversidad y conectar con quienes nos rodean. A veces, una pista de tenis se convierte en el mejor escenario para recordarnos qué significa liderar de forma extraordinaria. 

El domingo 8 de junio vivimos una de esas jornadas que quedarán marcadas en la historia del deporte. Carlos Alcaraz se coronó como campeón de Roland Garros tras una final que, en palabras de muchos expertos, puede considerarse uno de los mejores partidos de tenis de todos los tiempos.

Fueron 5 horas y 29 minutos de batalla, la final más larga jamás disputada en París. Un encuentro que lo tuvo todo: remontadas imposibles, talento desbordante, emoción, respeto y un despliegue técnico y físico de otro planeta. Alcaraz levantó dos sets en contra, salvó tres bolas de partido y terminó ganando en un super tie-break de infarto.

Y como si el guion lo hubiera escrito la propia historia del tenis, hay una “casualidad” alucinante: Carlos ha levantado su quinto título de Grand Slam con exactamente la misma edad que tenía su gran referente y mentor, Rafael Nadal, cuando ganó Wimbledon 2008 (considerado el partido del siglo): 22 años, 1 mes y 3 días.

Pero más allá de su talento deportivo, el partido fue un ejemplo magistral de liderazgo en acción. Un tipo de liderazgo que se construye desde los valores, se sostiene en la presión y deja huella en quienes lo presencian.

Un símbolo, un espejo, un legado que continúa…

Y una lección profunda de liderazgo en cada golpe.

Las 3 C´s del liderazgo según Carlos Alcaraz 

Desde hace ya muchos años, Carlos Alcaraz ha repetido una frase heredada de su abuelo que parece haber marcado su manera de vivir el tenis…y, por extensión, su manera de liderar: “Cabeza, Corazón y…Cojones”. 

Aunque expresado con la naturalidad que le caracteriza, este mantra esconde una poderosa filosofía de liderazgo que vale la pena explorar. Veamos qué significa cada una de esas C´s y por qué trascienden la pista de tenis.

1. Cabeza: foco, estrategia y creatividad bajo presión

Uno de los rasgos más admirados de Carlos es su capacidad para tomar decisiones brillantes en momentos críticos. Su tenis combina potencia, precisión y una creatividad fuera de lo común. Esa dejada inesperada, ese cambio de ritmo o esa volea en el momento justo no son casualidad: son fruto de una mente que procesa rápido, visualiza el juego y se atreve a probar cosas nuevas.

En la final de Roland Garros lo vimos con claridad. En el cuarto set, con 5-3 abajo, Carlos se enfrentó a tres bolas de partido. Cualquier otro jugador habría cedido. Pero él mantuvo la calma, pensó con claridad y se aferró al partido bola a bola, hasta darle la vuelta a un momento que parecía definitivo. A partir de ahí, todo cambió.

Y no fue casualidad. Fue fruto de su cabeza fría, de su mentalidad estratégica, de su capacidad para concentrarse en lo esencial incluso cuando todo tiembla.

En el mundo del liderazgo, esto es fundamental. Los grandes líderes no se improvisan en los momentos de calma. Se forjan en la tensión, en los entornos de presión, cuando toca pensar con claridad y decidir con valentía. Tener cabeza no es solo tener conocimientos. Es saber dónde poner el foco, cuándo arriesgar, cómo adaptar la estrategia y, sobre todo, cómo seguir siendo creativo cuando el entorno lo pone difícil.

2.Corazón: autenticidad, conexión y valores 

Ver jugar a Carlos es ver a alguien disfrutando genuinamente de lo que hace. Sonríe en la pista. Agradece. Celebra. Y respeta. En la final, varias bolas dudosas las dio por buenas a favor de su rival. Aplaudió grandes golpes de Sinner. Y se fundió en un abrazo sincero al terminar el partido.

Alcaraz conecta con el público desde la cercanía y la autenticidad. No busca aparentar. Es él. Y eso se nota.

Los grandes líderes hacen exactamente eso: lideran desde lo que son, no desde lo que creen que deberían ser. Muestran sus emociones, sus valores, su humanidad. Y es precisamente eso lo que les permite generar conexión, confianza y lealtad en los demás.

El corazón en el liderazgo no es debilidad. Es autenticidad, empatía y respeto por las personas.

3.Coraje: luchar cuando parece que no hay salida

El coraje no es la ausencia de miedo, sino la decisión de seguir adelante a pesar de él. Alcaraz comenzó el partido por debajo: dos sets a cero y break en contra en el tercero. Todo parecía perdido. Pero entonces apareció su espíritu competitivo, esa capacidad para creer en la remontada cuando nadie más lo hace, para jugar cada punto como si fuera el último. Ganó cuatro juegos seguidos y terminó llevándose ese set, cambiando la inercia del partido.

Poco después, como ya hemos comentado anteriormente, en el cuarto set, con 3-5 abajo y tres bolas de partido en contra, demostró una fortaleza mental fuera de lo común. Salvó los tres match points, mantuvo su servicio, rompió el saque de Sinner y terminó ganando el set. Ese momento fue el verdadero punto de inflexión.

En el liderazgo, el coraje se manifiesta igual: cuando las cosas no van bien, cuando el camino se tuerce, cuando las circunstancias no acompañan…y, aun así, decidimos dar un paso más. Seguir. Apostar. No rendirnos.

El liderazgo extraordinario no se forja en los días fáciles, sino en los momentos difíciles. En los momentos en los que hay que tirar de carácter, de determinación y de fe en uno mismo.

Más allá del tenis: una metáfora de liderazgo actual

Carlos Alcaraz es mucho más que un joven tenista de éxito. Es un referente generacional que demuestra que se puede competir al más alto nivel sin perder los valores, la pasión ni la sonrisa.

Su tenis es potencia, pero también magia. Su carácter es firme, pero también cercano. Disfruta, pero también sufre. Lucha, pero también se permite desconectar y recargar.

Y en esa mezcla está gran parte de su grandeza.

Conclusión: Cabeza, Corazón y Coraje

En Grupo P&A trabajamos con líderes de todos los sectores, edades y estilos. Y si algo hemos aprendido acompañándolos en sus procesos de desarrollo es que el liderazgo más transformador surge cuando confluyen tres fuerzas:

  • Competencia (lo que se nos da bien)
  • Pasión (lo que nos mueve por dentro)
  • Conexión (lo que nuestro contexto necesita)

En otras palabras: cabeza, corazón y coraje.

Y eso, precisamente, es lo que vimos hace unos días sobre la tierra batida de Roland Garros.

Si lideras un equipo, una empresa o simplemente tu propio camino, quizás la gran lección sea esta:

Nunca dejes de creer en ti. Lucha hasta el final. 

Sé fiel a tu esencia, a tus valores, a tu manera de entender el juego.

Y conecta con los demás, desde tu autenticidad. 

Quizás la próxima vez que tengas que liderar en un momento difícil, recuerdes este partido. Y te preguntes: ¿Cómo sacaría adelante este punto Carlos Alcaraz?”

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