Hemos hablado de formación en distintas vertientes, y comentado la manera en la que puede llegar a proporcionar un impulso de calidad a todos los empleados de una empresa o a quienes estén buscando trabajo. Previamente, se ha confirmado cómo la formación puede ser totalmente efectiva como técnica para mejorar el rango de empleabilidad de cualquier tipo de persona con ganas de progresar. Ahora, nos ponemos manos a la obra, con un estudio de casos con dos ejemplos prácticos que muestran el margen de mejora del que se pueden beneficiar dos profesionales que mejoren su perfil gracias a un proceso de formación.
Experto en comunicación
Manuel tiene 30 años y trabaja desde hace 2 años en la agencia de comunicación Stabrish ELM. Ha desarrollado su carrera en esta empresa ocupándose de la elaboración de comunicados de prensa, gestionando relaciones con prensa y organizando eventos. Su trabajo es constante y siempre tiene nuevos retos a los que plantar cara en la oficina, respondiendo a las demandas de los clientes de su agencia. De forma reciente, su empresa ha comenzado a trabajar con clientes internacionales, con la intención de expandir su foco de beneficio y de llevar sus redes más allá con el objetivo de obtener unos mejores resultados.
Lo que ha ocurrido con Manuel es que ha comenzado a quedarse un poco atrás respecto a algunos de sus compañeros de oficina. El principal problema con el que se ha encontrado su propia progresión profesional es el desconocimiento de idiomas adicionales más allá del inglés. Hablar y escribir en inglés no es nada que merezca ser destacado en la plantilla de la agencia en la que trabaja, dado que el 95% de los empleados de la misma tienen esta capacidad. Sí resulta importante el hablar otros idiomas que tienen una presencia internacional notable, como el francés, alemán, chino o japonés.
En su empresa, los clientes internacionales que más se están reproduciendo son aquellos que proceden de Alemania, país donde la imagen de marca de la agencia ha ganado puntos, lo que les ha llevado a sumar clientes de forma habitual. En este sentido, los jefes de la empresa de Manuel han comenzado a entregar más responsabilidades a sus compañeros que hablan alemán, dejándole a él, las tareas correspondientes a la clientela española. Esta limitación, le ha colocado en una situación compleja, dado que sabe que si en algún momento el volumen de clientes alemanes crece, será él una de las personas cuyo trabajo correrá riesgo. Por este motivo, ha decidido hacer caso a la recomendación que le proporcionó el departamento de recursos humanos y ha comenzado a estudiar alemán.
Meses después de comenzar sus clases de alemán, principalmente enfocadas al sector empresarial, Manuel ha empezado a asistir como apoyo a reuniones y encuentros con clientes de este país. La empresa está confiando en él al ver que su empleabilidad ha aumentado y que está camino de ser una garantía en la que podrá confiar cuando haya clientes que requieran este tipo de contacto. Manuel ha blindado su puesto de trabajo y ha avanzado pasos adelante para estar más preparado cara a la adopción de tareas de una mayor responsabilidad.
Encargado de departamento informático
Ricardo tiene 25 años y ha dedicado su vida primero con un aprendizaje autodidacta y después con sus respectivos estudios oficiales, a la informática y la tecnología. Es uno de los mayores expertos no solo en su empresa, Sistemas Adu, sino también en la región. La contratación por parte de su actual empresa, en la que lleva doce meses, le permitió ocupar un puesto de gran importancia aún a su corta edad. Desde entonces, se ha ocupado de gestionar los equipos informáticos y con eso ha ahorrado dinero a su compañía, además de mejorar las instalaciones.
Pero todo su conocimiento técnico es inversamente proporcional a la poca capacidad que tiene para comunicarse y ser social. Sus jefes saben que es un perfecto ejemplo de informático recluido en su trabajo, poco sociable y en el cual se pueden buscar resultados, pero no largas conversaciones. Esto le proporciona un gran valor, pero también deja en el aire ciertas carencias que limitan que el informático pueda llegar más alto en el árbol de responsabilidades de la empresa. En realidad, sus superiores le ven como el perfecto candidato para convertirse en el supervisor informático de toda la compañía, lo que llevaría a que tuviera que supervisar los equipos y sistemas de oficinas ubicadas en distintas ciudades. No obstante, sin una mayor facilidad de comunicación, no podrá aceptar este trabajo.
Consciente de ello Ricardo comienza a formarse en habilidades de comunicación, de relaciones internas y de mejora de la expresividad, para derrumbar las barreras que le han impedido progresar. Cada vez comienza a ser más eficiente en este sentido y a dar más confianza a sus superiores hasta que le ven transformado en una persona totalmente diferente que ha superado sus limitaciones. Es así como llega a obtener el trabajo deseado.
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