El desarrollo de la capacitación en el entorno profesional se ha transformado en los últimos periodos en un motor que sirve para que las empresas sigan adelante incluso aún cuando se encuentran con obstáculos. Es una inversión a largo plazo muy rentable que se recomienda tener en cuenta en todo momento, y cuyo fin deriva en que el equipo de empleados esté mucho más preparado en todos los aspectos. En el entorno de la empleabilidad se convierte en un factor clave, puesto que ayuda a los profesionales a ser más diestros y a representar un valor mayor para las empresas.
Beneficios de la capacitación en la empresa
La formación es algo que nunca debe finalizar. El obtener nuevos conocimientos, técnicas y estar más preparados para el día a día en el trabajo hará que el individuo tenga un mayor nivel de confianza y adopte un punto de vista mucho más positivo en todo momento. Capacitando al personal es posible mejorar las aptitudes de los empleados para la comunicación y el liderazgo, lo que les colocará en mejores posiciones laborales. Además, se producirá un aumento de la satisfacción personal, será más fácil tener una visión amplia de todo lo que ocurre y el empleado tendrá mucha más tranquilidad porque no temerá a la competencia, ya que estará formándose por delante de ella.
Tener empleados más capacitados es sinónimo de disponer de un equipo más flexible, más capaz de resolver situaciones críticas y de colaborar con sus compañeros por medio de una buena comunicación. También ayuda a poder realizar nuevos trabajos, dar solución a problemas planteados que antes no se podían resolver y tener la oportunidad de ganar en cohesión en el equipo. El aprendizaje siempre ayuda a que el clima en la empresa sea más distendido y agradable, puesto que los empleados retoman a un periodo de formación vinculado con la relajación y la falta de estrés.
Una empresa capacitada contra una no preparada
Es fácil entender los beneficios que aporta la capacitación profesional con un claro ejemplo de la manera en la que funcionan dos empresas que han optado por una forma distinta de adoptar esta filosofía. En un lado está la empresa que, como se ha indicado, entiende la importancia de la capacitación profesional entre sus miembros. En ella se dedica parte de la inversión a realizar cursos de formación, y a mantener al equipo de trabajadores preparado, ante las distintas tendencias y corrientes que se estipulan en el mercado correspondiente a su sector. Son empleados que siempre están a la última y cuyas habilidades no se limitan a las fundamentales inherentes a sus puestos.
En otro lado está la empresa que vive al día, que cuenta con una plantilla cerrada, en la cual sus profesionales entraron en la compañía con unos conocimientos y no han avanzado. En este caso, no se dedica presupuesto a formación, y se espera que sean los nuevos fichajes los que aporten gradualmente la experiencia necesaria para afrontar nuevos trabajos.
La empresa del primer ejemplo, ante la llegada de un cliente que esté interesado en un proyecto avanzado y de última generación, podrá echar mano de su plantilla con el objetivo de dar respuesta a este requisito. Solo tendrá que hacer un análisis de cuáles son las habilidades actuales de su equipo, y ver en quién puede recaer la tarea que ha entrado como nuevo encargo en la empresa. En este tipo de casos, lo más frecuente es que existan diversas opciones entre las que elegir y que, incluso, se puedan formar grupos de trabajo especializados, que podrán asegurar un resultado de calidad en el encargo en cuestión. La empresa del segundo ejemplo estará vendida y abandonada ante la propuesta de trabajo que ha recibido, sin saber cómo progresar. No podrá rebuscar entre su equipo, dado que los conocimientos que necesitará estarán totalmente al margen de las posibilidades de estos empleados. Su única solución será contratar nuevo personal para poder afrontar esta petición.
A nivel general, será solo la primera empresa la que podrá obtener un mejor rendimiento del encargo, y la que rentabilizará el trabajo de la manera más segura. Confiar en empleados motivados, que tienen un vínculo fuerte con el negocio, y hacerlo sabiendo que sus habilidades son de calidad, será superior a recurrir a nuevos empleados de los que no se tendrá constancia de cómo actuarán.
El mismo tipo de situación se dará cuando, por la ausencia de un ejecutivo, una empresa tenga que tomar la decisión de elegir a una persona para un puesto de importancia. En el primer grupo será fácil recurrir a la propia plantilla, buscando a individuos que se hayan ganado el puesto al disponer de nuevos conocimientos y formación sobre cómo realizar trabajos más exigentes. Por su lado, el segundo grupo tendrá muchas dificultades para salir de este paso, sobre todo sabiendo que un puesto de esta relevancia lo tendrá que ocupar alguien en quien se tenga confianza sobre cómo dirigirá la empresa.
La capacitación en el entorno de la empresa proporciona muchos aspectos positivos a los negocios que apuestan por ella y que optan por formar a sus empleados, guiándoles y acompañándoles en el proceso de crecimiento. Es una tendencia que gana cada vez más presencia ,por buenos motivos, y porque ha sabido convencer a los profesionales de su gran utilidad.
