La gestión de la diversidad se ha convertido en una capacidad inherente de los grandes líderes, posibilitando la inclusión de las distintas perspectivas del capital humano para enriquecer la toma de decisiones. Ahora bien, para ello, los directivos necesitan desarrollar su liderazgo diplomático si quieren conseguir integrar los diferentes puntos de vista de forma efectiva.
Concepto de liderazgo diplomático
Según sostiene Mark Murphy en su libro Leadership Styles: How to Discover and Leverage Yours, existe cuatro grandes estilos de liderazgo: el pragmático, el idealista, el mayordomo y el diplomático.
Este último, continúa el experto, es el “pegamento social y la fuerza de afiliación que mantiene a los grupos unidos”, caracterizándose por un carácter amable, social, generoso y tendente a construir vínculos personales sólidos con los empleados a través de un enfoque ‘bottom-up’. “La diplomacia requiere que no solo conozcamos y controlemos nuestras propias emociones, sino que también aprendamos a reconocer y manejar las emociones de otras personas, pues lo que un líder logra hoy depende de las personas que lidera y la mejor manera de tener éxito es lograr que den lo mejor de sí”, apunta Kenneth Rice The Art of Diplomatic Leadership.
Así, el foco del liderazgo diplomático se centra en aprovechar las fortalezas de cada trabajador para redirigirlas hacia el cumplimiento de los objetivos, teniendo una alta capacidad para resolver conflictos de manera pacífica. Es decir, su meta no es que los colaboradores estén de acuerdo con él, sino lograr un acuerdo conjunto en beneficio de los intereses del grupo y la compañía. “Un líder diplomático es aquel que considera una variedad de perspectivas diferentes y analiza esta información cuando toma su decisión final”, expone Alexandra Tselios en The Diplomatic Leader: How to Agree to Disagree.
Características del líder democrático
Por tanto, según el trabajo What Is Democratic (Participative) Leadership? – 5 Main Principles, el liderazgo democrático está caracterizado por los siguientes comportamientos:
- Promoción de un flujo libre de ideas. El directivo no solo está abierto a las sugerencias y propuestas de los empleados, sino que incita a los colaboradores a aportar sus ideas y opiniones, involucrándolos directamente en la toma de decisiones.
- Apertura de mente. Lógicamente, para integrar la diversidad de opiniones dentro del equipo de trabajo, el liderazgo democrático requiere disponer de una mente abierta dispuesta a desarrollar una escucha activa libre de prejuicios y sesgos cognitivos.
- Creación de relaciones de confianza. Asimismo, para que este intercambio de perspectivas sea auténtico, es necesario que el líder democrático genere un ambiente de confianza con los trabajadores.
- Alta moralidad y ética. Aquellos directivos que desarrollan un liderazgo democrático actúan de acuerdo con los valores propios y de la organización que representan, mostrando un compromiso férreo con los principios éticos y normas de actuación de la organización. De otro modo, no lograrían el respeto y la confianza de su equipo.
- Claridad de enfoque. Al recibir mucha información sobre posibles alternativas en la toma de decisiones, es esencial que el líder democrático cuente con una profunda competencia en la materia, que le permita analizar de forma diligente todos los puntos de vista y adoptar las medidas más oportunas.
Pros y contras de este estilo de liderazgo
En cuanto a las ventajas que aporta el liderazgo democrático a las organizaciones, el principal beneficio surge gracias a esta integración de la diversidad de la empresa, aportando los siguientes efectos en la compañía:
- Liderazgo. Según los estudios de Zenger&Folkman, recogidos en Leaders Aren’t Great at Judging How Inclusive They Are, los líderes que obtiene mejores calificaciones en la gestión de la diversidad también registran mejores valoraciones en cuanto a sus habilidades de liderazgo.
- Compromiso laboral. Al tener en cuenta las opiniones de los colaboradores, el liderazgo diplomático dispara la satisfacción e implicación del personal. Según la investigación Processus organisationnels et psychosociaux favorisant la participation des travailleurs en santñe et en sécurité du travail, de Marcel Simard, Marie Claire Carpentier-Roy, Alan Marchand y François Ouellet, cuanto más respetados, consultados y escuchados se sienten los trabajadores, mayor es su disposición a implicarse en la solución de los problemas.
- Colaboración. Asimismo, la búsqueda de un consenso por parte del líder diplomático también da lugar a ambientes de trabajo positivos, en los que impera la inteligencia interpersonal, y provoca que los empleados tiendan a colaborar entre sí con mayor interés y asiduidad y asumiendo roles de iguales en los procesos de organización, según apunta Crystal Lombardo en Diplomatic Leadership Style Advantages, Disadvantages and Characteristics.
- Creatividad. Como pone de manifiesto Scott E. Page en The Difference: How the Power of Diversity Creates Better Groups, Firms, Schools and Societies, “el progreso y la innovación dependen menos de pensadores solitarios con enormes coeficientes intelectuales que de personas diversas que trabajan juntas y capitalizan su individualidad”.
- Mejor toma de decisiones. Dada la alta integridad que presentan los líderes democráticos y la mayor participación de los trabajadores, la toma de decisiones en la empresa se basa en una fuerte integridad y equidad. “El equilibrio entre el beneficio de unos pocos y la mayoría puede ser difícil de determinar o decidir, pero el liderazgo diplomático implica dar un buen ejemplo y mostrar a otros lo que significa tener integridad y honestidad en todos los tratos”, afirma Tara Duggan en What Is Diplomatic Leadership?
- Productividad. Con equipos de trabajo más comprometidos y cohesionados, el rendimiento del capital humano mejora notablemente, incrementando la productividad de los empleados entre un 20 y un 25%.
Ahora bien, como cualquiera de los otros estilos de management, el liderazgo diplomático no está exento de inconvenientes, entre los que destacan la demora en la toma de decisiones, al tener que debatir las diferentes perspectivas sobre un asunto y negociar una solución consensuada, y el riego de que surjan conflictos de roles o tareas superpuestas, afectando a la eficiencia del trabajo.
Por tanto, el liderazgo diplomático no es el más adecuado en situaciones de crisis, que requieren de una respuesta rápida, ni cuando el equipo de trabajo no dispone de la motivación o la experiencia para implicarse activamente en el proyecto, pues en este caso será necesario un líder más autoritario que marque las directrices concretas que cada colaborador debe seguir.
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