Sabemos que, con cierta frecuencia, los líderes reciben de sus colaboradores directos preguntas del tipo: “¿Para cuando quieres este trabajo?”. La respuesta suele ser:” Para ahora”. Cuando un líder responde de esta forma, el error no entra en sus cálculos, ya que los trabajos deben hacerse rápidamente y bien. En los últimos años se ha investigado mucho acerca del impacto de la velocidad frente a la lentitud en la gestión de los líderes. Es evidente que estamos asistiendo a un proceso de aceleración en los procesos, las comunicaciones y las interacciones globales en el mundo de las organizaciones. Muchas organizaciones están buscando la forma de ser más ágiles. A veces se presenta un problema, consistente en que la lentitud frenan el ritmo de las organizaciones.
Jack Zenger y Joe Folkman han desarrollado una herramienta para evaluar las preferencias de las personas para moverse a ritmo lento o rápido. En dicha evaluación también se medía la preferencia por la cantidad frente a la calidad. Se analizaron las respuestas de más de 5.000 líderes y se descubrió que el 58% de los encuestados tenían una fuerte tendencia a un ritmo rápido, al mismo tiempo, presentaban una mayor preferencia por la cantidad frente a la calidad. También es preciso señalar que el 19% tenían un mayor enfoque a la calidad y a un ritmo más lento. Este grupo explicitaba que su preocupación era que los ritmos rápidos originaban más errores y omisiones. En consecuencia, tendían a reducir el ritmo del trabajo con el fin de mantener una alta calidad. El propósito de la investigación era analizar las características del grupo que preferían un ritmo rápido y al mismo tiempo tenía un enfoque de calidad ¿Es posible?
¿Qué se necesita para que un líder tenga una alta calidad y al mismo tiempo un ritmo rápido?.
Para responder a esta pregunta, los autores, anteriormente mencionados, iniciaron otra investigación, que incluyó información de más de 75.000 líderes. Los datos se obtuvieran mediante una evaluación 360º con un promedio de 13 evaluadores para cada líder. Se identificó el grupo de líderes que estaban en el cuartil superior de velocidad y calidad, se comparó este grupo con el resto de líderes de la base de datos y se realizaron pruebas estadísticas de diferenciación con 49 comportamientos de liderazgo.
¿Qué hacían diferente los líderes evaluados con altos niveles de velocidad y calidad?.
El análisis identificó siete factores críticos que permiten combinar velocidad y calidad, dos factores aparentemente contradictorios.
Ofrecer una perspectiva estratégica clara.
Los líderes calificados tanto de alta velocidad como de alta calidad, tenían una visión clara de la dirección de la Organización. Tenían una visión amplia y a largo plazo. Definían con claridad dicha visión y compartían sus conocimientos con los demás miembros de la Organización. La consecuencia es evidente, la visión y la estrategia se traducían en metas estimulantes. Saber dónde va una Organización y cuál es la dirección correcta, incrementa el ritmo y garantiza la calidad . Sin un mapa claro, la gente anda desorientada, perdiendo tiempo en buscarlo.
Establecer objetivos ambiciosos y mantener estándares altos.
La exigencia en los objetivos provoca una reacción natural que incrementa la velocidad. Las metas exigentes activan nuestro impulso hacia la acción, que a su vez, nos prepara para un mayor esfuerzo, que repercute en el ritmo de nuestra actividad. Estos líderes aseguran la calidad, estableciendo normas altas de la misma, de forma que los demás sepan con claridad lo que la alta calidad significa en su trabajo.
Comunicar con fuerza.
La incertidumbre disminuye cuando todo el mundo sabe a dónde va, con qué dificultades se va a encontrar, cómo solucionarlas y las etapas de los proyectos; es decir, se planifica con precisión, comparte con los colaboradores toda la información necesaria y les apoya. El resultado es obvio, se focaliza el esfuerzo hacia los objetivos, incrementa el ritmo y se asegura la calidad.
Tener el valor de cambiar.
Los líderes rápidos y con resultados de alta calidad eran los campeones del cambio. Eran excelentes en el desarrollo de proyectos, marketing, programas, productos… Están atentos a las señales internas y externas que les indican la necesidad de cambiar; son proactivos. Los líderes lentos de baja calidad se resistían al cambio (se duermen en los laureles)
Considerar perspectivas externas.
Los líderes que se consumen con un enfoque interno de los problemas de la Organización, tienden a perder la perspectiva del mercado, del cliente y de la sociedad en general. Pierden ritmo y capacidad de adaptación, descuidando la calidad que los mercados exigen. Los líderes con buena evaluación en velocidad y calidad son expertos en buscar tendencias fuera de la Organización; detectan con antelación suficiente los cambios de mentalidad en la sociedad y en el mercado.
Inspirar y motivar a los demás.
El grupo de líderes seleccionado tiene la capacidad de inspirar y motivar a las personas de la Organización. Sus colaboradores sienten que forman parte de una misión trascendental, y ellos tienen una labor esencial en el desarrollo de la misma. Los colaboradores de los líderes de baja inspiración piensan que sencillamente tienen un trabajo por el que les pagan; lo que está muy lejos de la excelencia.
Innovar.
Los líderes con una ejecución rápida de alta calidad buscan siempre nuevas formas de ser más eficientes. Pretender aumentar el ritmo y mejorar la calidad, utilizando procedimientos estándar, es una incongruencia; para ello se necesitan nuevas formas de trabajo. Los líderes deben de buscar soluciones innovadoras, para encontrar el mejor camino que nos conduzca a una mayor velocidad, y una mejor calidad en el trabajo.
En la actualidad el número de funciones se incrementa y se necesita una armónica combinación de velocidad y calidad. Este logro es posible.
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