“La piedra”
El distraído tropezó con ella.
El violento la utilizó como proyectil.
El emprendedor, construyó con ella.
El campesino, cansado, la utilizó de asiento.
Drummond la poetizó.
David, la utilizó para derrotar a Goliat,
y Michelangelo le sacó la más bella de las esculturas.
En todos los casos la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre y en el uso que éste hizo de la piedra…
No existe “piedra” en tú camino que no puedas aprovechar para tú propio crecimiento:
….”arquitecto de tú propio destino”
…”todo depende del cristal con que se mira”
…”puntos de vista”
siempre depende de nosotros, de cómo lo ven nuestros ojos y de un regalo de Dios: LA LIBRE ELECCIÓN
El año que viene es el mismo para todos,
depende de nosotros lo que hagamos con él.
(anónimo)
¿Quieres moverte solo cuando te dan cacahuetes, como los monos, o quieres ser el protagonista de tu vida?. ¿Decides vivir amargamente o llevar el ritmo de tus acontecimientos?. ¿Es labor del directivo motivar a sus colaboradores, o éstos han de venir motivados de casa?.
Se habla mucho y mucho se ha escrito sobre la motivación en las organizaciones y hay divergentes opiniones al respecto, sin que haya conclusiones claras: será porque el tema no está resuelto.
Digamos de inicio que hay dos tipos de motivación de una persona para que ésta haga, y de buen gusto, lo que hay que hacer: motivación externa, que viene de otra persona, y motivación interna, que emana del interior del sujeto. No son contradictorias, sino complementarias, y ambas pueden y deben darse simultáneamente, aunque entendemos que el peso fundamental de la motivación viene del propio individuo que, a fin de cuentas, es el protagonista de su trabajo y de su vida.
La MOTIVACIÓN EXTERNA es la clásica, la que proporciona la organización (a través de sus directivos) para impulsar el buen trabajo y que los colaboradores se encuentren a gusto. Salario, condiciones laborales, etc., etc… son toda una serie de recetas “hard” usadas para motivar a los colaboradores; el problema de estas herramientas es lo efímero de sus efectos motivadores: ¿qué pasa cuando las personas se han acomodado a una nueva retribución o a unas mejores condiciones laborales?, ¿hay que seguir elevando su nivel?, ¿hasta cuándo?. Además, las personas cuya motivación es esa son como una marioneta en manos del agente motivador.
Más eficaz, y rentable, resulta utilizar elementos motivadores que tengan que ver con los valores laborales de la persona. Averiguarlos es una buena práctica: no todos buscan o necesitan lo mismo en su vida y en su trabajo.
Habitualmente son muy eficaces los reconocimientos, las censuras constructivas “+ – +“, el marcar objetivos claros y asumibles, la formación continua, la comunicación interna, la delegación, el dar protagonismo a la gente, así como el salario y las recompensas proporcionales al esfuerzo, a la contribución y a los resultados; son elementos “soft” que inciden en lo que la persona más quiere, pues apelan a su ego; todo ello se resume en el siguiente esquema:
Por el contrario, los elementos más devastadores de la motivación en las organizaciones son la crítica y las promesas incumplidas.
En resumen: se trata de crear un clima en el que la gente sea conducida hacia retos estimulantes, que hagan que el trabajo sea más atractivo.

 

No diremos que la motivación externa no hay que practicarla, pero esta motivación externa la necesitan, sobre todo, aquellos que no saben muy bien lo que quieren ni a dónde van, o que se dejan llevar por las circunstancias. “Cuando es alumno está dispuesto, aparece el maestro” dice una frase de éxito en formación, que también es aplicable a la motivación: cuando la persona no está motivada per se, no son eficaces las herramientas de la motivación externa.
Senecesita, pues, la MOTIVACIÓN INTERNA, la AUTOMOTIVACIÓN. Nadie se ahoga por caer al agua, se ahoga por no nadar, y nadar depende de la persona. Automotivación, palabra clave, mágica: energía que nace del interior e impulsa a hacer cosas (lo importante en la organización es que las cosas que quiera hacer la persona sean las que la organización necesita, pero ese es otro tema). A fin de cuentas, lo que tenemos es consecuencia de lo que hemos buscado (visión personal, metas, objetivos) y de lo que nos hemos esforzado por obtenerlo. Cuando se tiene automotivación, nada para a la persona en su camino; al contrario: no se derrumba ante las dificultades, persevera, e incluso “crea” las circunstancias para tener buena suerte (no “suerte”). El trabajo, entonces, es más grato porque tú eres protagonista del mismo.
La persona automotivada tiene su camino definido, claros sus objetivos, se prepara para alcanzarlos y es proactiva en la acción que conduce a los resultados. Asume, en definitiva, la responsabilidad de su propia motivación y se convierte en protagonista de su trayectoria vital. Vale la pena incidir sobre esta idea de proactividad.
Según el Diccionario de la lengua española, proactivo se compone de la proposición latina “pro” (a favor de”) y de “activo” (diligente, eficaz, productivo); por tanto, una persona preactiva se definiría c
omo “a favor de la eficacia y la productividad”.
Para mejor centrar el concepto, lo compararemos con dos términos relacionados, para luego desarrollar la noción de persona proactiva.

Francisco de Asís Bonora Xerri
Consultor-Formador de Grupo P&A en Calidad y Personas

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