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Ni uno, ni dos, sino tres. Este es el número real de cerebros del ser humano, desarrollados a lo largo de millones de años.
El neocórtex, la parte racional con la que generalmente asociamos el concepto de cerebro, no es ni la única ni la más importante estructura neuronal que marca nuestro comportamiento. Junto a ella también intervienen –en mayor medida– el cerebro límbico, responsable de gestionar las emociones y sentimientos, y el reptílico, la zona más primitiva y dominante de todas, encargada del instinto y la supervivencia.
Como señala en una entrevista a ‘EFE’ Lucía Sutil, profesora del departamento de Economía de Empresa de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y directora del grupo de Investigación de Neurociencia, Empresa y Marketing de dicha institución educativa y del primer máster en Neuromanagement, “el 99% de nuestras circunstancias vitales son dirigidas por el cerebro reptiliano”.
En consecuencia, los directivos debemos aprender cómo funciona el inconsciente si queremos conseguir un liderazgo que gestione a los equipos desde un enfoque integral, permitiéndonos dirigir y trabajar con las personas que forman parte del entorno laboral, a partir de la identificación y comprensión de sus retos, miedos, expectativas o necesidades individuales.
“Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”. Santiago Ramón y Cajal
Aportes de la neurociencia cognitiva al liderazgo
Es aquí donde entra en juego la neurociencia cognitiva, una rama científica centrada en el estudio empírico de las conexiones cerebrales, con especial atención a la relación entre los procesos neuronales y el comportamiento y conductas de las personas.
Son numerosos los avances que se están generando a través de las investigaciones en el mapeo del cerebro, aportándonos importantes pautas sobre cómo desarrollar un liderazgo efectivo.
Por ejemplo, dado el contexto de crisis económica, uno de los mayores temores de los trabajadores en la actualidad es el miedo a ser despedidos, interviniendo el cerebro reptílico como mecanismo de defensa natural. Pero, como explica Ricardo Perret, presidente ejecutivo de Mindcode y BrainScan, si los líderes conseguimos transmitir mensajes de seguridad, el inconsciente de los empleados absorberá dicha información, mejorando el rendimiento y motivación de la plantilla.
Por su parte, Tania Singer, del Max Planck Institute for Human Cognitive and Brain Science, ha investigado sobre la importancia de realizar ejercicios de autoconciencia y empatía como canal para modificar nuestro comportamiento desde una perspectiva egoísta –propia de una actitud puramente racional– a otra más altruista –basada en el desarrollo de la inteligencia emocional–, lo que optimiza la relación de los líderes con sus equipos y potencia la implicación de los trabajadores.
De ahí que, cuanto mayor sea nuestra profundización en el campo de la neurociencia cognitiva, mejores resultados obtendremos en nuestro desempeño, alcanzando, a nivel general, los siguientes beneficios:
- Estaremos preparados para afrontar nuevos retos y desafíos.
- Generaremos relaciones interpersonales más productivas, al comprender el comportamiento de otras personas.
- Seremos capaces de gestionar a los equipos de manera más coordinada y eficaz.
- Conseguiremos focalizar más nuestros esfuerzos en la consecución de los objetivos marcados.
- Reduciremos el estrés y cansancio, al contar con mecanismos de defensa ante las respuestas inconscientes de nuestro cerebro.
- Controlaremos nuestras emociones, convirtiéndonos en auténticos dueños de nuestras decisiones y actitudes.
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