Solo necesitamos unos segundos para diferenciar a un gran orador de un conferenciante mediocre. No tenemos que escuchar la charla completa; su manera de subir al escenario, su actitud corporal en esos primeros instantes de silencio y sus primeras dos frases son suficientes para cautivar al público asistente durante el resto de la ponencia.
Como directivos, gerentes o managers del sector empresarial, es habitual que tengamos que ofrecer conferencias o participar en debates ante cientos de personas. ¿Quieres convertirte en uno de esos eruditos de la oratoria?
La clave para ser un gran conferenciante radica en la naturalidad de la puesta en escena, el elemento que nos permitirá conectar con los asistentes e inspirarlos para que nos sigan durante el mensaje. De otro modo, el público solo percibirá un discurso frío y plastificado.
Consejos para afrontar futuras ponencias
Afortunadamente, la capacidad comunicativa es una habilidad que podemos desarrollar por nosotros mismos, convirtiéndonos gradualmente en mejores oradores.
Para ello, los siguientes consejos nos ayudarán a perfeccionar nuestra técnica ante el atril:
- Interactúa con los asistentes antes de la ponencia. No debes llegar con el tiempo justo para subir al escenario y dar la charla; unos minutos conversando y conociendo a las personas para las que vas a hablar te ayudará a aplacar los nervios y a conocer detalles, anécdotas e historias del público para incorporarlas al discurso y conectar de un modo más íntimo con los asistentes. No hay nada mejor para romper el hielo.
- Haz coincidir tu lenguaje corporal con el oral. El cerebro humano es capaz de reconocer el mensaje que va a emitir un sujeto a través de la expresión corporal del mismo antes de que incluso la persona lo piense conscientemente. Lo hacemos de forma involuntaria, pero esta es la causa de que cuando vemos salir a los conferenciantes con los hombros erguidos y aires de seguridad, quedemos decepcionados ante la falta de pasión de sus discursos. Paradójicamente, la forma en la que puedes trabajar tu lenguaje corporal es focalizándote en las ideas: si realmente sientes lo que vas a decir, tus movimientos te seguirán de forma natural.
- Memoriza conceptos, no el texto íntegro. Resulta muy tedioso escuchar una charla donde el conferenciante recita un discurso previamente memorizado. Esta falta de espontaneidad levantará un muro entre tu tribuna y el público, al tiempo que te puede meter en apuros en caso de que te quedes en blanco. Lo más recomendable es llevar anotaciones sobre los distintos puntos que queremos tratar a lo largo de la charla y los abordemos de forma natural. Esto nos permitirá además, variar el contenido en función del público, fortaleciendo el vínculo con los oyentes.
- Emplea los recursos audiovisuales como apoyo. Uno de los errores más frecuentes de los conferenciantes es que ceden su protagonismo al proyector, convirtiéndose en lectores del contenido de la presentación. Los recursos audiovisuales deben ser un complemento a la charla, no el guion de la misma. Puedes incluir imágenes conceptuales, citas célebres o vídeos relacionados con la temática, pero que aporten un valor añadido a la creación de emociones en el auditorio, pero sin redundar en tu discurso. Recuerda que el humor suele funcionar muy bien la mayoría de las ponencias.
- Haz partícipe al público. La interacción es uno de los instrumentos más valiosos de los grandes oradores. El “¿Quiénes de los presentes alguna vez ha…?” te ayudará a captar la atención de los asistentes. Pedir la opinión a alguna persona, introducir referencias sobre los participantes, plantear preguntas o permitir que el público termine una frase o repita una consigna son técnicas que facilitarán el ‘engagement’ de la audiencia.
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