¿Cuántos trabajadores recomendarían tu empresa? ¿Qué imagen tienen los consumidores de la compañía? ¿Quieren los profesionales formar parte de la plantilla? Para que las respuestas a todas estas preguntas sean positivas, los directivos deben potenciar el employer branding como una estrategia más dentro de la organización.
Según señala el Barómetro de Confianza Edelman 2016, la sociedad confía más en la información sobre las empresas que reciben de los empleados que la que obtienen de los CEO o ejecutivos de la compañía. Sin embargo, esta en la mano de los directivos cambiar esta tendencia e integrar acciones de employer branding dentro de su actividad.
¿Cómo podemos convertirnos en grandes embajadores de la marca? Las siguientes acciones ayudarán a los ejecutivos a mejorar la imagen de marca:
- Conocer a fondo la compañía. En ocasiones, los altos cargos de las organizaciones se limitan a tener un conocimiento general de la empresa, dejando de lado los aspectos organizacionales. Sin embargo, para realizar un correcto employer branding, los directivos tenemos que saber hasta el más mínimo detalle de la organización que gestionamos, desde las previsiones de crecimiento a largo plazo, hasta el precio de los artículos o el proceso de fabricación, para evitar quedar en evidencia ante preguntas concretas.
- Mostrar nuestra satisfacción por pertenecer a la empresa. Las críticas hacia la compañía hacen un flaco favor al employer branding de la misma. Si queremos mejorar la reputación de la entidad es necesario exteriorizar nuestro compromiso con la misma y con sus valores con todos los integrantes de nuestra agenda de contactos.
- Actuar en consecuencia. Además de difundir, de forma física o digital, nuestro vínculo con la organización, las palabras deben convertirse en hechos. No podemos conversar con un inversor sobre lo importantes que son los empleados para la compañía y tratar de forma maleducada a la secretaria cuando nos interrumpe en la reunión o publicar un comentario negativo sobre el desempeño de la plantilla en una red social.
- Representar a la compañía 24 horas. Los ejecutivos lo son a tiempo completo; no es posible delimitar entre su “yo” personal y su “yo” profesional. Por ello, tanto si están dentro de la jornada laboral como si no, no hay que olvidar los valores y principios de la empresa. No se trata de estar constantemente contando las alabanzas de la organización, incluso en la playa, pero sí evitar realizar comportamientos o comentarios que afecten negativamente a la imagen de marca.
- Trabajar las relaciones. ¿Qué sentido tiene poner música en una habitación vacía? Para llegar al máximo número de personas posibles, los directivos no pueden asilarse en su despacho, sino que tienen que fomentar la interacción con los diferentes grupos de interés para dar a conocer qué, cómo y por qué trabaja la empresa.
- Emplear y potenciar el uso de las redes sociales. Según el informe ‘Redes sociales y mercado de trabajo’, de Adecco e Infoempleo, el 80% de los profesionales considera muy relevante el contenido que la empresa comparte en las redes sociales a la hora de elegir un lugar para el que trabajar. Por ello, la prohibición de emplear esta herramienta entre los trabajadores es una forma de limitar el público al que llega la compañía. En lugar de esto, el employer branding debe apostar por facilitar el acceso de los profesionales a sus perfiles y garantizar una formación para que su actividad digital esté alineada con los objetivos de la organización.