¿Cuáles son las demandas a nivel formativo de la que será la generación más preparada de la historia? A esta pregunta responde el reciente informe ‘Nuevas Tendencias en Educación’, elaborado por el Observatorio de Tendencias Coolhunting Community y presentado, en febrero, por la Asociación de Colegios Privados e Independientes (CICAE), en colaboración con Madrid Foro Empresarial y la Universidad Camilo José Cela.
El estudio recoge aspectos emergentes dentro del ámbito educativo y traza las pautas para adelantarse a los cambios que están por llegar en el campo de la enseñanza, aportando un decálogo de directrices para alcanzar la excelencia formativa.
- Dotar de más poder a los alumnos. Los jóvenes de la llamada ‘Generación Z’ –sucesores de los millennials- no buscan un futuro estable, sino apasionante, donde puedan aplicar todas sus habilidades. Se muestran seguros de sí mismos y con espíritu emprendedor, por lo que el sector de la enseñanza debe apostar por empoderar a los alumnos, fomentando el desarrollo del talento desde edades tempranas, respaldándolos en la búsqueda de su vocación y personalizando la educación en función de sus intereses y necesidades.
- Propiciar un aprendizaje divertido. El papel de la salud mental y física de los alumnos está irrumpiendo en la formación con la intención de quedarse, como se aprecia de la aparición de iniciativas ligadas al entretenimiento y la felicidad, como el mindfulness o la meditación.
- Gamificar el aprendizaje. En este mismo sentido, el uso de técnicas de juego –como pueden ser aplicaciones móviles o videojuegos– durante los procesos formativos, salta del ámbito de los Recursos Humanos al sector educativo, una vez que ha quedado patente su gran impacto en la mejora del aprendizaje de los alumnos.
- Apostar por el aprendizaje continuo. El capital humano del mañana demanda un sistema más flexible y personalizado que le permita seguir evolucionando a lo largo de su carrera. Este aprendizaje continuo ya se ha puesto en práctica en algunas instituciones educativas, que dividen el plan de estudios por módulos de conocimiento, en lugar de años.
- Impulsar el emprendimiento. Los estudiantes de hoy día no quieren esperar al mañana para poner en práctica sus numerosas ideas, por lo que reclaman al sector de la enseñanza el apoyo para desarrollar sus proyectos en el presente, facilitando los recursos e instalaciones que les permitan comenzar a trabajar en sus propuestas.
- Integrar la creatividad tecnológica. Como nativos digitales, esta generación está estrechamente ligada a las nuevas tecnologías y, por eso, las instituciones educativas deben implementar estudios dirigidos a que los jóvenes se expresen a través del lenguaje de programación.
- Adaptar el sector a la era digital. El estudio pone de manifiesto que, tanto los centros como los docentes, deben reciclarse e incorporar las tendencias tecnológicas a los espacios físicos y a las metodologías empleadas, para conseguir un mayor entendimiento con los estudiantes.
- Contribuir a la sociedad. Los jóvenes están más comprometidos con su entorno, por lo que exigen a los negocios –incluidas las instituciones educativas– una mayor responsabilidad social, como proyectos medioambientales, iniciativas solidarias o programas de concienciación.
- Crear comunidad. La alta conectividad que ha traído consigo internet ha generado una nueva concepción de la existencia, donde el individuo pasa a formar parte de la comunidad en casi todos los aspectos de su vida. Esta nueva percepción del mundo debe hacerse un hueco en los planes formativos de los centros.
- Compartir conocimientos. Actualmente, la información facilitada por un profesor puede ser ratificada y ampliada a golpe de clic por los alumnos. En lugar de adoptar una postura defensiva frente a la globalización del conocimiento, la comunidad educativa debe aprovechar esta mayor accesibilidad, fomentando el intercambio de experiencias, aportes y opiniones para enriquecer el proceso formativo.
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