A pesar de la crisis económica que ha azotado los mercados internacionales en los últimos años, casi una de cada dos propuestas realizadas por las Juntas Generales de Accionistas de las empresas de la lista Fortune 250 durante 2014 estaba vinculada con el crecimiento sostenible a nivel social, económico o medioambiental, según los datos del informe ‘Proxy Monitor 2014’ del Manhattan Institute for Policy Research.
Es más, la sostenibilidad empresarial se configura como una de las tres prioridades más importantes para un tercio de las grandes compañías internacionales y como el primer objetivo para un 13% de estas organizaciones, según desvela el estudio ‘Sustainability’s strategic worth’, elaborado por McKinsey a partir de la encuesta a 3.334 ejecutivos.
Esta apuesta por la responsabilidad social empresarial, incluso en las situaciones financieras más adversas, pone en evidencia que las compañías “han interiorizado la importancia de la protección ambiental, la preservación de sociedades prósperas e inclusivas, y la integridad y el buen gobierno”, como señala el informe ‘Ciudadano consciente, empresas sostenibles’ sobre el estado de la RSE en España elaborado por Forética, la asociación de empresas y profesionales de la responsabilidad social empresarial líder en España y Latinoamérica.
Pero, ¿qué efectos genera esta integración del crecimiento sostenible dentro de las estrategias empresariales? Además de la mayor conciencia de los directivos sobre la necesidad de desarrollar una gestión ética de las compañías, esta nueva forma de ver los negocios repercute en aspectos más tangibles de la corporación.
- Fidelidad del consumidor. La mayor preocupación por los aspectos sociales, medioambientales y económicos también sacude a los ciudadanos, que se muestran más sensibles respecto al cumplimiento de ciertos códigos éticos por parte de las marcas. Así, uno de cada dos consumidores sostiene que ha adquirido un determinado producto o servicio por saber que procedía de una empresa socialmente responsable y el 44,6% de los consumidores admiten que han dejado de comprar a una firma concreta por sus malas prácticas empresariales, según recoge el informe de Forética.
- Mejora de la reputación. Gracias al acceso a la información que confiere internet y las redes sociales, la sociedad está más informada actualmente sobre las materias primas empleadas, el proceso de fabricación de un producto, la contribución al medio ambiente o las condiciones laborales de las plantillas de cualquier empresa. De este modo, dada la mayor conciencia social, aquellas compañías que se unan a la RSE contarán con un valor añadido respecto a la competencia, situándose en una mejor posición de partida para acceder al mercado. Por ejemplo, como puntualiza el estudio ‘Good Purpose Study’, de Edelman, el 72% de los consumidores recomendaría una marca por sus valores sociales.
- Satisfacción laboral. Como colectivo directamente beneficiado por las estrategias de crecimiento sostenible empresarial, los trabajadores de las compañías con consciencia social, económica y medioambiental muestran mejores datos en cuanto a motivación, implicación, permanencia y productividad en la organización. En concreto, triplican el índice de permanencia y arrojan un índice de satisfacción 1,7 veces superior, según el informe Energy Project 2013.
- Ahorro de costes. Asimismo, las políticas de RSE provocan una disminución de los gastos de las compañías al tomar medidas para ser más sostenibles. En este sentido, entre un 63 y un 64% de los directivos encuestados por McKinsey confirman que sus empresas han registrado una reducción de los costes de energía y tratamiento de residuos gracias a las políticas de crecimiento sostenible.
- Mayor rentabilidad económica. La implantación de políticas de crecimiento sostenible se traduce, a medio plazo, en una mejora de los resultados financieros de las empresas socialmente responsables. Por ejemplo, según el estudio llevado a cabo por Raj Sisodia y recogido en su libro ‘Firms of Endearment’, las empresas conscientes obtuvieron una rentabilidad media 10 veces superior en el S&P 500 durante el periodo 1998-2011 que aquellas que no desarrollaron un crecimiento sostenible. También los shareholders que hayan incorporado los valores de la RSE en su toma de decisiones se benefician a nivel económico, obteniendo una rentabilidad incremental superior al 3% anual, además de reducir la volatilidad de las inversiones, según la investigación de Forética.