Una encuesta de satisfacción puede resultar muy beneficiosa en el entorno de la empresa para conseguir tener una buena impresión de cómo se encuentra el negocio y en qué estado está el equipo respecto al mismo. Su organización no requiere mucho esfuerzo, pero los resultados sí que pueden ser muy positivos a la hora de ajustar el desarrollo de la empresa. Es por ello que en determinados momentos hay que plantearse realizarlas y tener en cuenta a todos los departamentos.
¿Qué deseamos saber?
Antes de iniciar una encuesta entre los empleados es necesario plantearse cuál será el objetivo de la misma. Hay distintas maneras de plantearlas y, en todos los casos, transmiten información muy valiosa. Una de las encuestas más habituales es la que permite descubrir en qué estado se encuentra el nivel de ánimo de los empleados, cómo está su moral. Saber el nivel de satisfacción de los trabajadores puede ayudar a saber si hay que introducir cambios en la gestión, o si se está realizando un buen trabajo en líneas generales.
Uno de los aspectos que nos pueden interesar es el que se enfoca en descubrir si el equipo de trabajadores está satisfecho con la gestión que se está realizando en la empresa, por parte de sus líderes. Si la evaluación de los empleados no es buena, quizá se requiera modificar la conducta del líder o introducir algún tipo de modificación que afecte de una manera directa a la gerencia.
Con este tipo de encuestas lo que hacemos es, al mismo tiempo, demostrar a los empleados que sus opiniones son tenidas en cuenta y que su peso en la empresa es mucho mayor del que se puedan imaginar.
¿Cómo hacer la encuesta?
Hay una serie de recomendaciones que siempre deben tenerse muy en cuenta para que estas encuestas cumplan con lo que esperamos de ellas. Una de las pautas a seguir es el uso de un lenguaje cercano e informal. Las encuestas aburridas, pesadas y serias no gustan a los trabajadores. Se trata de ofrecerles un tipo de cuestionario que resulte agradable de leer y que se pueda responder con facilidad. Por eso hay que evitar los formalismos.
Aún así, teniendo en cuenta que lo que se buscan son resultados reales y sinceros, hay que establecer que las encuestas se realicen de forma anónima. Esto evitará que haya empleados que no respondan lo que piensan realmente por miedo a represalias. También evitará la situación opuesta: que algunos trabajadores respondan exactamente lo que se quiere oír cuando se habla con ellos. Además, no solo hay que fomentar el anonimato, sino que es necesario incluir una cláusula en la encuesta que especifique que todos los datos reunidos solo se utilizarán de manera confidencial.
Si es posible que la encuesta pase desapercibida y, por otro lado, no se desea convertirla en una medida obligatoria, será bueno crear algún tipo de incentivo que pueda animar a los trabajadores. Por ejemplo, que se lleven un pequeño obsequio a cambio de responder la encuesta. Hay que pensar en algo pequeño en estos casos y simplificar, por lo que tampoco seleccionaremos un regalo caro ni complicado.
Además, la encuesta debería tratar temas que sean habituales en la oficina y que estén relacionados con lo que ellos podrían querer que cambie o que permanezca en la empresa. Pero es recomendable que sean preguntas prácticas, como si están satisfechos con la jornada laboral actual, antes que preguntas sin sustancia, como los que opinan sobre el color en que están pintadas las paredes.
En último lugar, nunca hay que olvidar informar de la recepción de las respuestas y del momento en el cual se haya procedido a la lectura de las mismas. Los resultados, como es normal, se tendrán que compartir de forma pública para que no haya ningún margen de error sobre su credibilidad. De haber seguido todos los consejos los resultados serán, más que posiblemente, de gran valor, para un procedimiento que tiene cada vez mayor presencia en las empresas y que está siendo mirado con muy buenos ojos por los más dinámicos empresarios.
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