Aunque el modelo trébol de organización de una empresa fue formulado a principios de la década de los 90 por Charles Handy, en su obra ‘Age of Unreason’, este sistema de management coge fuerza en la actualidad para responder a la mayor demanda de flexibilidad laboral de las nuevas generaciones de profesionales, favorecida por las posibilidades que aportan las nuevas tecnologías, así como al incremento del outsourcing por parte de las compañías.
Concepto del sistema
Igual que la planta que le da nombre, la propuesta de organización de una empresa de Handy consta de tres partes o bloques:
- Núcleo profesional. Está conformado por los directivos o personal interno de la empresa, lo que conocemos como plantilla. Este grupo, dada su máxima integración dentro de la estructura organizacional, debe ser el colectivo más productivo y competente que aporte un valor añadido a la compañía.
- Margen contractual. En esta hoja descansarían los profesionales autónomos, colaboradores o empresas que prestan servicios de forma externalizada. En este caso, la característica principal de estos trabajadores debe ser la especialización, mientras que se benefician de una menor rigidez.
- Fuerza de trabajo flexible. Se trata del personal que las compañías incorporan de forma puntual, como refuerzo temporal de la plantilla por exigencias de producción, o sustituciones por bajas de algunos empleados. A este grupo, debido a su temporalidad, se le exigirá menos compromiso con los objetivos empresariales.
El objetivo final de esta estructura es focalizar los esfuerzos en las funciones y objetivos claves, mientras que las actividades complementarias o periféricas se dejan en manos de otras compañías o profesionales externos. “Ahora el trabajo consiste en hacer sólo lo que realmente es indispensable, y contratar otras personas para hacer cosas que no importan tanto”, explica el propio Charles Handy en su trabajo ‘Claves de la dinámica del mundo laboral de los noventa’.
Pero ¿por qué un modelo de hace dos décadas está en auge?
La organización de una empresa adaptada a los nuevos tiempos
Tras la crisis económica de los últimos años, en la que consolidadas empresas se han visto abocadas al cierre, los directivos están aplicando un giro en el seno de las organizaciones, eliminando los costes fijos y fortaleciendo la producción a través de sistemas más flexibles, como mecanismo para obtener mayor agilidad y mejorar el ratio de eficiencia en futuras recesiones.
De hecho, una de las conclusiones alcanzadas en la cuadragésimo novena edición del Congreso de la Asociación Española de Directivos y Desarrollo de Personas (Aedipe) es que las grandes compañías como las hemos entendido hasta ahora (con plantilla que se cuentan por centenares o millares) están abocadas a la desaparición, transformándose en pequeñas y medianas empresas, con unos 150 empleados, con una fuerte externalización de servicios.
Así lo confirma un estudio sobre outsourcing elaborado por Adecco en 2015, en el que se pone de manifiesto que el 64,6% de las compañías españolas prevé aumentar la contratación de servicios externos. Es más, esta tendencia es más fuerte en las grandes empresas, donde una de cada dos incluirá el outsourcing en su estrategia, frente al 33% de las pequeñas y medianas organizaciones.
A este cambio de mentalidad empresarial hay que añadir la incorporación en el mercado laboral de jóvenes con nuevas inquietudes y demandas respecto a las compañías. En concreto, las últimas investigaciones sobre las necesidades de los millenials ponen de manifiesto que este colectivo presenta un mayor porcentaje de trabajadores que desean montar sus propios negocios o trabajar por su cuenta para otras compañías. Valoran la flexibilidad, por lo que son atraídos por la modalidad del outsourcing y, por ende, favorecen la implantación de la organización trébol.