Los 5 axiomas de Watzlawick que intervienen en la comunicación verbal

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  2. Los 5 axiomas de Watzlawick que intervienen en la comunicación verbal

Para el psicólogo Paul Watzlawick, considerado uno de los padres de la Teoría de la Comunicación Humana y del Constructivismo, la comunicación verbal no puede concebirse sin el contexto en el que se produce.

Este teórico estadounidense de origen austriaco publicó en 1967 su obra ‘Teoría de la comunicación humana’, escrita junto a Janet Beavin y Don Jackson, estableciendo un nuevo enfoque holístico sobre la interacción entre personas que rompió con la visión unidireccional o lineal de la comunicación verbal propuesta por Shannon y Weaver, imperante en ese momento.
Para estos pensadores de la Escuela de Palo Alto, en la comunicación verbal “cada una de las partes de un sistema está relacionada de tal modo con las otras que un cambio en una de ellas provoca un cambio en todas las demás y en el sistema total”.
A pesar de que han pasado casi cuatro décadas desde su publicación, sus conclusiones siguen estando vigentes como base para impulsar las habilidades comunicativas de las personas. Como afirmó el doctor Carlos Sluzki, director del Mental Research Institute, en el Prólogo de la edición de 2002,  se trata de “una obra de vanguardia para nuestra comprensión del hombre en su contexto natural de relaciones humanas”.

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Para Watzlawick, existen cinco axiomas que rigen el lenguaje desde una perspectiva constructivista-sistémica:

  • Es imposible no comunicar. Como explica el autor en el libro, no hay nada que sea lo contrario de conducta. Ninguna persona puede dejar de comportarse y, dado que cualquier conducta conlleva un acto de comunicación, es imposible no comunicarse. Por ejemplo, evitar advertir a un empleado un fallo que ha cometido no supondrá que no estemos interactuando con él, pues el trabajador interpretará nuestra falta de comunicación verbal como que todo está correcto. Por ello, debemos afrontar la interacción directa dentro de la empresa y ser lo más específicos posibles, porque incluso sin estar presentes físicamente estamos enviando mensajes –quizá totalmente contrarios a lo que realmente deseamos transmitir-.
  • Los niveles de contenido y las relaciones de la comunicación. Según la ‘Teoría de la Comunicación Humana’, en cualquier mensaje intervienen dos aspectos: el contenido que se transmite y la relación que existe entre los interlocutores, de modo que el segundo influye en el sentido del primero. El contenido aporta el qué se dice y la relación, el cómo hay que interpretarlo. Por ejemplo, un directivo le dice a un empleado “¿Ya estás de vuelta?”. Si la relación que existe entre ambos es cordial, el segundo lo entenderá como una mera pregunta, pero si por el contrario la relación es negativa y se han producido discrepancias previas el trabajador puede concebir las mismas palabras como un reproche por su ausencia.
  • La puntuación de la secuencia de hechos. Watzlawick establece que para los interlocutores siempre existe uno que tiene la iniciativa y otro que actúa como respuesta al primero y, en función del rol, estructuran la comunicación. Sin embargo, no siempre existe acuerdo entre ambos sobre quién es quién. Es decir, podemos encontrar a dos profesionales discutiendo sobre sus acciones: “Yo no hice tal cosa porque no me la pediste”, dirá uno; “Yo no te lo dije porque no me preguntaste”, afirmará el otro. Sin embargo, para el psicólogo, la comunicación verbal no puede reducirse a esta relación causa-efecto, sino que se trata de un proceso cíclico de intercambio constante.
  • Comunicación digital y analógica. En la interacción entre dos personas influye tanto la comunicación verbal como la no verbal para dar sentido al mensaje. Por ejemplo, un simple “Tú sigue así” del jefe de área al empleado puede dar lugar a dos mensajes completamente diferentes según los gestos, tono de voz, posición corporal, etc… Si el superior sonríe y acompaña la frase con un guiño o un toque amistoso en el hombro, enviará un mensaje positivo, pero si lo dice con el rostro serio y con un tono áspero, se transformará en una forma irónica de reprender al colaborador.
  • Interacción simétrica y complementaria. En la comunicación, hay que tener en cuenta dos tipos de relaciones que afectan a la forma de enviar y comprender los mensajes: una simétrica, donde las partes se encuentran en una posición igualitaria (por ejemplo, dos miembros del mismo equipo), y otra complementaria, en la que existe una unión de autoridad-seguidor (el jefe respecto al empleado). El segundo caso no tiene por qué ser negativo, siempre y cuando sean asumidos por las partes de forma voluntaria y ambos roles encajen. Podemos ver casos de compañeros que, a pesar de tener la posición jerárquica, representan roles de autoridad-seguidor en perfecta armonía, pero también situaciones en las que el primero se muestra cansado de tener que tomar siempre la iniciativa o el segundo, hastiado de seguir las órdenes de alguien al que no confiere competencia para ello.

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