Pasamos una media de 36,9 horas a la semana en el trabajo, según la última Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo elaborada por el Instituto Nacional de Estadística. Casi ocho horas de lunes a viernes dan para mucho y son más que suficientes para que afloren problemas en la empresa. ¿Qué puede hacer el líder en estas situaciones? Te contamos los ejemplos de conflictos laborales más frecuentes y cómo debes actuar en cada caso.
Como directivo o responsable de área no puedes impedir que surjan pequeñas disputas; debes asumirlas como algo inherente a las relaciones interpersonales que se dan en el ámbito empresarial. Pero tu capacidad en la gestión de conflictos va a determinar que las desavenencias no se conviertan en problemas serios en el equipo ni se extiendan por toda la organización. De hecho, los conflictos laborales son el tercer motivo de las renuncias en las empresas y generan dos de cada diez despidos, según un estudio del portal de empleo Trabajando.com.
¿Cómo puedes atajar los desencuentros en el lugar de trabajo? Hay muchos ejemplos de conflictos laborales que pueden producirse en la fábrica o la oficina. Estos son los diez detonantes más habituales y sus correspondientes pautas para ponerles freno.
Un equipo descoordinado
La descoordinación del grupo de trabajo resulta fatal para la productividad de la compañía. De ahí que sea uno de los ejemplos de conflictos laborales que hay que atajar cuanto antes. Dentro de esta situación, puedes encontrarte con trabajadores que no tienen claro cuál es su misión, empleados que se solapan en la ejecución de tareas o errores en la comunicación.
¿Qué puedes hacer en estos casos? En primer lugar, asegúrate de que, como líder, estás compartiendo los valores de la empresa y facilitando los objetivos a los colaboradores de forma clara y comprensible, para que todos sepan hacia dónde deben remar. No olvides habilitar los canales de comunicación precisos para que pueda producirse un feedback continuo entre los empleados y el líder.
En segundo lugar, realiza un reparto de roles y de recursos equitativo y eficiente, de modo que cada integrante realice las funciones que mejor puede hacer en función de sus competencias e intereses. Por último, fomenta el trabajo en equipo mediante recompensas positivas y dinámicas de grupo que permitan desarrollar su cohesión.
Exceso de competitividad
Si un empleado busca el reconocimiento y la promoción a cualquier precio, el equipo resulta siempre dañado. Por un lado, un exceso de competitividad llevará a este colaborador a anteponer sus intereses individuales a los del grupo. Por otro, tenderá a ejercer un papel predominante, coartando la libertad del resto de sus compañeros para exponer sus ideas. Esa actitud hace perder la riqueza de perspectiva que debe aportar un equipo.
Estos supuestos de conflictos laborales son complejos. Requieren buscar un equilibrio entre la necesaria proactividad de los profesionales y el desempeño de todo el grupo. Por tanto, como líder, tu trabajo será facilitar la autonomía para fomentar la iniciativa de los empleados, pero supervisando que no se rompe la sintonía grupal en ningún momento.
Conflictos de personalidad
Puede darse el caso de que los conflictos estén causadas por incompatibilidad de caracteres entre los empleados. De ahí la importancia de contratar a los perfiles que se mejor se adapten a la organización a través de procesos de selección que evalúen tanto las competencias técnicas, como las habilidades personales.
Si se trata de trabajadores ya incorporados, ajusta la conformación de los grupos de trabajo para conseguir equipos de alto desempeño que sean diversos, pero complementarios.
Como señalan Jon Katzenbach y Douglas Smith, en su libro The Wisdom of Teams: Creating the High-Performance Organization, el equipo de alto desempeño es “un pequeño número de personas con habilidades complementarias que están igualmente comprometidas con un propósito, objetivos y enfoque de trabajo comunes por los cuales se responsabilizan mutuamente”.
Desorientación de los nuevos
Cuando un profesional accede a un nuevo puesto de trabajo, es probable que le cueste integrarse. Mientras él trata de adaptarse al empleo y conocer al equipo, los compañeros tienen que seguir con sus funciones y no prestan la suficiente atención a la nueva incorporación. De hecho, según el informe Allied Workforce Mobility Survey: Onboarding and Retention, un trabajador necesita una media de ocho meses para alcanzar su productividad máxima.
Para impulsar el desembarco en la compañía, te aconsejamos que desarrolles un programa de onboarding con el que propicies la integración del profesional al puesto. La adaptación se agilizará en un 34%, según ese mismo estudio, gracias a medidas como sesiones de orientación, asignación de tutores o revisiones periódicas sobre el proceso de adecuación.
Impuntualidad
¿Qué debes hacer con ese trabajador que llega tarde de forma sistemática? La aceptación no es una opción. De este modo sólo provocarás que el resto de compañeros, ante la impunidad, imite su comportamiento.
Este conflicto en el trabajo puede solventarse a través de la ya obligada instalación de sistemas de medición en la oficina. Pero sin duda más efectivo es la implantación de una estrategia positiva, donde cabe citar un sistema de bonos por puntualidad. Así, los empleados responsables verán premiada su profesionalidad, induciendo a que esta sea la conducta a seguir.
Mentiras, rumores y comportamientos negativos
De nuevo, la clave para evitar estos ejemplos de conflictos en el trabajo reside en desarrollar un proceso de selección de personal de calidad, prescindiendo de aquellos candidatos que pueden influir negativamente en el ambiente laboral.
Pero si ya cuentas con algún empleado tóxico, que no para de quejarse, criticar a sus compañeros, extender rumores o inventar historias para justificar su falta de productividad, tu mejor baza es, sin duda, mantener un encuentro con la persona en cuestión, ejerciendo un liderazgo motivador que provoque un cambio de actitud y, por ende, mejore el clima en su entorno de trabajo.
Mobbing
El mal ambiente puede convertirse en un serio problema de acoso laboral cuando hay un intento repetido y sistemático de dañar a un trabajador en cuestión, ya sea por parte de otra persona (un compañero o superior), ya sea por un grupo de empleados.
Por eso, es imprescindible que toda empresa disponga de un protocolo de actuación frente al mobbing. En él deberás recoger estudios periódicos de evaluación del clima laboral, medidas de prevención y concienciación y pautas de acción en caso de detectar ejemplos de conflictos de este tipo. Es importante estar alerta de posibles situaciones de acosos, para actuar cuanto antes.
Relaciones afectivas entre compañeros
Junto a las desavenencias, los entornos de trabajo son también lugares propicios para que aparezcan relaciones de índole amoroso entre compañeros. Por sí mismos, estos vínculos no tienen por qué representar un problema. Aun así, tienen grandes riesgos. Pueden generar en la plantilla sensación de ‘favoritismo’ entre la pareja, especialmente si es entre un jefe/a y subordinada/o. Por no hablar de los posibles conflictos de las relaciones de trabajo en caso de ruptura.
La mejor estrategia en estos ejemplos de conflictos laborales es la claridad. Procura transmitir a los implicados qué espera y, sobre todo, qué no espera la empresa de esta relación afectiva. Como prevención, también es aconsejable que no asignes a estos dos empleados a un mismo equipo de trabajo y dispongas de un protocolo de actuación en caso de que se surja una crisis.
Un problema de ruido
Muchos empleados no cuentan con despacho propio y trabajan codo con codo en una misma sala. Entonces el volumen de un aparato de sonido, estridentes charlas entre compañeros o conversaciones telefónicas pueden molestar al resto de miembros presentes. Esto genera desconcentración, falta de productividad y estado de crispación en el equipo.
Estas consecuencias en el rendimiento laboral pueden evitarse mediante la elaboración de un código de conducta en el lugar de trabajo. No es más que un compendio de reglas que regulen la convivencia en la oficina, como usar auriculares, trasladar las charlas a las zonas comunes o definir un lugar para las reuniones.
Dar a conocer estas pautas de comportamiento cívico es importante si quieres que los empleados sean plenamente conscientes de las misma. No está de más colgar carteles recordatorios en lugares visibles con las prácticas más habituales.
La jornada laboral en la red
Hoy día, no es recomendable prohibir el uso de las redes sociales ni internet, puesto que se han convertido en una herramienta de trabajo fundamental. Ahora bien, si los empleados dedican su tiempo a darles un uso que nada tiene que ver con su trabajo, es el momento de intervenir.
¿Cómo? Fijar objetivos e implantar una evaluación del desempeño que determine la consecución de las metas de cada puesto te permitirá conocer si el trabajador está invirtiendo su jornada laboral adecuadamente.
Como ves, los ejemplos de conflictos laborales en la empresa son variopintos. En cualquier caso, es indispensable su detección temprana. En ese sentido, en el Grupo P&A disponemos de herramientas de evaluación del clima laboral y del compromiso de los empleados que te van a permitir conocer el estado de la organización y percibir cualquier disfunción, aun en su fase más incipiente.
Post relacionados:
1 comentario. Dejar nuevo
EXCELENTE APORTACIÓN