“Hay tres constantes en la vida…cambio, elección y principios”
Stephen Covey
El paradigma: definición y significado
Durante los últimos tiempos es frecuente escuchar la palabra paradigma, palabra que viene del griego para-digma, que significa “modelo, diseño, ejemplo”. Un paradigma es la forma en que percibimos el mundo, un modelo mental que nos ayuda a comprender el mundo y explicar nuestro entorno, y que nos facilita de forma coherente la manera de organizar la información y predecir el futuro, ajustando nuestras actitudes y comportamientos a dicha visión. En otras palabras, condiciona nuestra forma de ver el mundo y cómo percibimos la realidad. En cierta manera, es como un pre-juicio, un filtro que elimina lo que no se ajusta al patrón que tenemos.
“Cuando estamos en medio de un paradigma dominante, nos es difícil imaginar cualquier otro”. Sin embargo, cuando cambiamos de paradigma, todos regresamos a cero, nos situamos en el punto de partida, han cambiado las reglas de juego y, en consecuencia, perdemos todos los beneficios proporcionados por el modelo anterior (“zona de confort”) (1).
Actualmente, estamos inmersos en cambios de paradigma en todos los ámbitos de la vida; lo que en el pasado fue una oportunidad, hoy se ha convertido en una amenaza; lo que fue una ventaja, ya no lo será en el futuro. Nada ni nadie garantiza que una empresa poderosa y con éxito en el pasado tenga el futuro asegurado. El mundo que nos rodea se ha hecho impredecible y la incertidumbre y la ansiedad ante el futuro se ha incrementado.
Saber lo que son los paradigmas y cómo se cambian es el mejor seguro contra la obsolescencia. Los paradigmas son comunes, existen en todos lados, pero no todos tiene el mismo efecto. Nos proporcionan una visión y comprensión del mundo que nos rodea, nos permiten afrontar diversas situaciones y nos facilitan la solución de problemas. En el mundo actual, ante la avalancha de información, tienen una función clave: nos ayudan a clasificar, estructurar e integrar la información, ayudándonos a diferenciar los datos importantes de los que no lo son.
Existen múltiples clases de paradigma (2) según su enfoque a las distintos ámbitos del mundo y de la vida a los que se aplican: científicos, filosóficos, personales, educativos, empresariales, sociológicos, de programación…
El efecto paradigma
El paradigma tiene el efecto de cambiar lo que nos dicta el sentido común de la relación entre lo que se ve y lo que se cree. Existe un cliché que dice “lo creo cuando lo veo”, pero el paradigma lo expresa al revés: “Lo veo cuando lo creo”. En otras palabras, para ver bien necesitamos paradigmas certeros y ajustados a la realidad que vivimos. Ahora bien, ante las situaciones no hay una única respuesta correcta, ya que no disponemos de un conocimiento absoluto, que se agrava en nuestros días ante el cúmulo de información de la que disponemos que, con cierta frecuencia, es contradictoria.
Una pregunta clave es: ¿Cuándo cambiar de paradigma?. La necesidad de un cambio de paradigma surge de situaciones inesperadas que se salen del modelo actual, se producen inconsistencias y anomalías, que nos dicen que el modelo actual es ineficaz. No son unas pocas anomalías, sino una acumulación de las mismas, que han originado la crisis (3).
Detectado que el antiguo paradigma no funciona, es necesario entrar en una fase de exploración, que comienza con un cambio de actitud consistente en estar dispuesto a revisar lo que hasta ahora ha sido un hilo conductor de nuestro comportamiento. Se necesita una buena dosis de humildad, admitiendo que no existe un conocimiento absoluto y que en la realidad humana no hay dogmas, sino principios que exigen revisiones periódicas y autocorrecciones, que nos permitan tener una mejor adaptación a la realidad y corregir lo que no funciona. En esta fase será necesario cambiar creencias, valores, principios, premisas y formas de pensar, que influyen en nuestra visión del mundo, adoptando aquellas que nos permitan relacionarnos más eficazmente con el mundo que nos rodea. El nuevo modelo será la base sobre la que construiremos nuestros comportamientos y nuevos procedimientos, cuyo ejercicio y su revisión continua nos proporcionará datos acerca de la adecuación y validez del nuevo paradigma.
El momento de sustitución del paradigma es un momento sensible, ya que paradigmas fuertemente arraigados pueden originar una parálisis e impedir que se piense con claridad, pues, por un lado considerar que se tiene una forma correcta de hacer las cosas y, por otro, que el nuevo no resuelve inmediatamente los problemas genera un conflicto, que se resolverá cuando se compruebe que la validez del nuevo está en que su explicación y su capacidad de predicción es mejor que la del antiguo.
En resumen, cuestionar los paradigmas es la mejor estrategia en tiempos turbulentos. La cuestión básica del cambio es: “¿Qué creo que es imposible hacer en mi situación, pero si lo hiciera cambiaría fundamentalmente mi vida?”. Los seres humanos pueden elegir cambiar sus paradigmas, siempre que estén dispuestos a cuestionar lo aceptado tradicionalmente, explorando y ensayando otras formas de pensar (4).
La resistencia al cambio de paradigmas
“El miedo nos hace sentir nuestra humanidad”
Benjamín Disraeli
Abandonar nuestros antiguos hábitos y enfrentarte a nuevos paradigmas significa estar dispuesto a cambiar, pero en la sociedad actual los cambios son tan acelerados que reducen el tiempo que las personas tienen para adaptarse a ellos. En consecuencia, el ser humano – para quien la costumbre, lo establecido significa seguridad – siente un gran temor de modificar sus hábitos fisiológicos, psicológicos, morales, laborales, familiares o religiosos, que le produce una serie de reacciones de resistencia a los cambios. La resistencia al cambio, entendida como las actitudes y los comportamientos que contribuyen a mantener la situación actual. A veces, dicha resistencia puede ser conveniente, en la medida que nos permita reflexionar sobre las ventajas y desventajas del cambio, en lugar de actuar de forma precipitada e irreflexiva. Ahora bien, si la resistencia persiste, a pesar de que se hayan hecho obvios los beneficios de la transformación, es un obstáculo serio a la necesidad de mejorar, de solucionar los problemas, es decir, de actualizarse.
A continuación presentamos las tensiones emocionales de la persona, tanto internas como externas, producidas por las situaciones de cambio real e importante, ya que la importancia de conseguir el cambio reside en la capacidad de la persona para gestionar sus emociones.
Reacciones emocionales ante el cambio
El proceso de aceptación del cambio suele requerir el paso por los siguientes estados emocionales:
- Rechazo. Las personas se niegan a aceptar el cambio. En este estadio, la persona reduce sus actividades al mínimo. Intentan seguir como siempre como si no sucediera nada, negándose a admitir que debe afrontar el cambio.
- Irritación. El miedo al cambio origina que la amígdala (centro cerebral de las emociones) tome el control y la persona reacciona con ira y enfado ante el cambio.
- Arreglo. Ante la imposibilidad de eludir el cambio, la persona busca soluciones alternativas que le permitan desactivarlo. Intenta negociar con la nueva situación. Tanto en los cambios de paradigma educativos como en los empresariales, incluso en muchos personales, las personas introducen algunos elementos del cambio en sus antiguos hábitos, pero manteniendo en esencia el antiguo, con lo cual el nuevo paradigma queda vacío y sin sentido (“echar vino nuevo en odres viejos”) . Se considera que es un paradigma tecnológico, pero sigue siendo un nuevo pradigma humano(5).
- Depresión. Una vez que la persona descubre que no puede evitar, ni desactivar el cambio (“De ésta ya no me libro”), la persona entra en un estado emocional negativo, que combina sensaciones de derrota, desazón, pasividad y, a veces, inactividad. Ha internalizado el proceso y dirige la atención hacia sí mismo.
- Aceptación. La persona empieza a vislumbrar escenarios menos negativos, comienza a considerar oportunidades asociadas al cambio . Comienza a aceptar paulatinamente el nuevo paradigma. Este proceso emocional tiene algunos puntos críticos :
- La Irritación, el enfado, pueden ser desproporcionados y pueden originar comportamientos desviados, incluso agresivos.
- El Arreglo proporciona una imagen aparente de estar con el cambio, cuando, en la realidad, lo está vaciando. Se han adoptado algunas medidas y se han añadido (no integrado) a lo establecido.
- En la Depresión, si no se supera, pueden estancarse en esta fase produciendo dificultades psicológicas que pueden alterar el desarrollo vital, impidiendo su desarrollo y un estado de mayor bienestar.
- Una última reflexión consiste en tener en cuenta que los diferentes cambios producen reacciones distintas en las personas. En algunas, el proceso será rápido; en otras, será lento. En algunas funcionará mejor lo racional, en otras, lo emocional.
En próximos artículos ampliaremos algunos de los conocimientos expuestos en este artículo, como el tratamiento de las reacciones ante el cambio y el nuevo paradigma empresarial.
(1) El concepto fue desarrollado por Thomas Kuhn en su libro “La estructura de las revoluciones científicas” (F.C.E 1971). Kuhn lo define como: “conjunto de ilustraciones recurrentes y casi normales de diversas teorías en sus aplicaciones conceptuales, instrumentales y de observación”. El concepto ha sido estudiado a lo largo de la historia de la filosofía y de la psicología. Lo usa Platón (“paradeigmata”) para explicar el tránsito del mundo sensible al mundo de las ideas. Kant habló de “la revolución en la forma de pensar”. En el siglo XX tenemos a la Gestalt, Jean Piaget, Karl Popper, George A. Kelly (“La teoría de los constructos personales”)…
(2) El mismo Thomas Kuhn usó 21 acepciones del término paradigma.
(3) No se refiere solamente a grandes cambios en las teorías científicas, sino que pueden ser cambios en el mundo, en la forma de entenderlo, o a nuestra realidad más inmediata.
(4) Max-Planck, refiriéndose al conocimiento científico, decía: “Una nueva verdad científica no triunfa convenciendo a sus oponentes, haciéndoles ver la luz, sino porque sus oponentes eventualmente mueren y crece una nueva generación que está familiarizado con ella”.
(5) Nos referimos a los cambios tecnológicos en la escuela y en la empresa. Se introducen algunos elementos, artilugios y ordenadores, pero se siguen manteniendo antiguos principios, recursos didácticos desfasados y procedimientos obsoletos. No se percibe que las innovaciones tecnológicas responden a una nueva forma de ver el mundo y los procesos Han encontrado una fórmula de compromiso, pero no han integrado la novedad en el sistema. En otras palabras, no han modificado la cultura institucional al no integrarlos en el sistema. En la empresa, no han modificado la comunicación interna, el flujo y sentido de la información. En la escuela, lo nuevo significa eliminar las materias humanísticas, como la Filosofía, en lugar de modificar su contenido y su didáctica, que sería, la actualización de las mismas. Se han limitado a la fácil sustitución (a veces, es un añadido) parcial, incompleta e improvisada de algunos elementos, en lugar del laborioso proceso de análisis, prospección e integración en la nueva cultura del siglo XXI, que será el futuro de las nuevas generaciones.