Son numerosos los estudios que han puesto de manifiesto la relación entre el estrés laboral y la salud de las personas, que pueden ser enfrentados con motivación y personalidad. No obstante, no es necesario que la ciencia nos dé datos empíricos sobre esta causa-consecuencia para percatarnos de que cuando nos sentimos excesivamente saturados de trabajo sufrimos efectos negativos, tanto como jefes de equipo, trasladando el estrés al resto del grupo y disminuyendo nuestra productividad, como personas, afectando a nuestros vínculos interpersonales y familiares.
La motivación y la personalidad para superar el estrés
Los expertos Jack Zenger y Joe Folkman, interesados por el impacto del estrés en la productividad de los profesionales, así como en su grado de motivación y personalidad, realizaron un estudio sobre 2.300 sujetos. A estas personas se les preguntó cómo se sentían en su puesto: desbordados de trabajo o con las tareas pendientes bajo control y priorizadas.
Los resultados arrojaron que una cuarta parte de los trabajadores se sienten saturados, pero lo que destaca de los datos, sobre todo, es que los jefes de equipo representan el grupo con mayor estrés negativo, afectando esta sensación de agobio a 1 de cada 3. Esto se debe a la mayor responsabilidad que el cargo conlleva tanto a nivel individual como con el resto de empleados subalternos.
Además, según el estudio, estos supervisores ostentan el puesto de mando durante nueve años de media antes de haber recibido entrenamiento sobre cómo afrontar su nueva posición de liderazgo, lo que hace patente la necesidad de ofrecer formación temprana a los jefes de equipo que les permita adaptarse y gestionar eficazmente sus nuevas funciones.
¿Por qué nos sentimos abrumados de trabajo?
El estudio de Zenger&Folkman fue más allá y también desveló las razones más comunes por las que surge este sentimiento de saturación en los directivos:
- Por la propia carga de trabajo asumida. No sólo las demandas externas y las condiciones económicas influyen en el aumento del volumen de tareas, sino que conforme ascendemos en el organigrama empresarial, nuestras aspiraciones y capacidades para ver oportunidades y desarrollar nuevas iniciativas se incrementan, elevando la carga de trabajo.
- La capacidad de afrontamiento de cada persona ante situaciones de estrés. Sentirse más o menos abrumado por el trabajo dependerá de nuestra propia habilidad para enfrentarnos a él y la rapidez y eficacia a la hora de llevar a cabo los objetivos. Según el modelo mental que desarrollemos, conseguiremos una sensación de calma o de angustia.
De hecho, Zenger&Folkman descubrieron que los directivos que se sienten más estresados suelen tener un ritmo de trabajo más lento, mientras que aquellos otros que consideran tener todo bajo control desarrollan sus tareas de forma más rápida. Estos parámetros no sólo son aplicables a la capacidad de hacer cumplir los objetivos, sino también en la toma de decisiones, la organización de la agenda, la gestión de conflictos o incluso a la hora de levantarse y prepararse para ir a trabajar.¿Cómo podemos adecuar nuestra respuesta al estrés?
Como pone de relieve la investigación de Zenger&Folkman, cada uno de nosotros reaccionamos de distinta manera en situaciones estresantes, desplegando unos esfuerzos mentales y conductuales diferentes para hacer frente a las demandas concretas. Todo influye en nuestra respuesta: desde nuestro nivel de energía o estado de salud, hasta las creencias religiosas, situación familiar… y la habilidad que hayamos desarrollado a lo largo de nuestra vida para resolver problemas.
No obstante, debemos trabajar nuestra predisposición personal, nuestro molde mental, para no sentirnos agobiados, sino relajados, por una carga excesiva de trabajo, abordando estrategias de afrontamiento y modelos mentales adecuados. En este sentido, ante una situación de estrés, será recomendable que utilicemos un estilo activo de respuesta focalizado en la solución, frente a una actitud pasiva o de evitación centrada en nuestro malestar.
De este modo, en lugar de sentirnos cansados, hastiados de no poder dedicar tiempo a nuestra familia y amigos por el volumen de trabajo que tenemos, debemos concentrar nuestro molde mental hacia la rentabilización de nuestra situación, resaltando la parte positiva del problema (satisfacción personal, beneficios para la empresa, reconocimiento laboral…) y elaborando una lista de prioridades que nos permitan acabar con la sobrecarga de trabajo rápida y eficazmente. Lamentarnos, sólo nos quitará tiempo, alargando e intensificando la situación que nos angustia.
Este artículo está basado en las investigaciones desarrolladas por Jack Zenger y Joe Folkman.