Psicología positiva
Los conflictos dentro una empresa o un equipo de trabajo son inevitables y, si queremos actuar como líderes, debemos afrontarlos rápida y eficazmente.

A nadie le gusta tomar parte en una controversia, pero si abordamos el problema desde una perspectiva basada en la psicología positiva, el proceso será menos dramático y la solución, permanente.
 

Guía: ¿Cómo ser un buen líder de equipo?

 
He aquí algunos consejos para lograrlo:

  1.  Visualización del resultado esperado. Usemos nuestra imaginación para visualizar la consecución de nuestro objetivo, del mismo modo que un futbolista visualiza la pelota dentro de la portería antes de tirar un penalti. Se trata de centrarnos en cuál sería la situación deseada y crear mentalmente el procedimiento para llevarla a cabo. Además de ayudarnos a lograr la resolución del conflicto, este mecanismo nos ayudará a iniciar la gestión del problema desde una actitud positiva.
  2. Planteamiento del problema. Para buscar una solución, primero tendremos que conocer cuál es el problema. Parece fácil, pero para localizar la verdadera raíz del conflicto es importante diferenciar qué pugnas son el origen y cuáles se han ido creando alrededor como consecuencia de éste (como malentendidos, diferentes puntos de vista…), a través de un planteamiento abordado entre todas las partes implicadas.
  3. Perspectiva Ganar/Ganar. Debemos ser conscientes, como jefes de equipo, de que nuestro objetivo no es llevar la razón o hacer nuestra voluntad en detrimento de las otras partes implicadas en el conflicto, sino hallar una solución en la que todos ganen y exenta de testarudez. Por ello, es importante, como parte de un comportamiento de psicología positiva, tener presente esta perspectiva desde el inicio de la gestión del conflicto. Recuerda que no se trata de “yo” o “tú”, sino del “nosotros”, del equipo y que tiene más fuerza y alcance una solución consensuada que una impuesta.
  4. Ante los problemas, creatividad. Simplemente cambiando el foco de nuestra visión del conflicto del problema hacia la solución, conseguiremos que la gestión del conflicto llegue a buen puerto. Nos facilitará el trabajo dividir el problema en partes más pequeñas y sencillas de resolver de forma consensuada.
  5. Actitud empática. Debemos esforzarnos por escuchar activamente y comprender las razones y argumentos de los implicados en la controversia. Sólo de este modo, lograremos entender qué está ocurriendo y elaborar una solución basada en la psicología positiva.
  6. En la piel del otro. Como parte de ese comportamiento empático, una recomendación es ver el problema desde el punto de vista de la otra persona. Imaginemos qué hubiéramos hecho, cómo nos sentiríamos y qué necesitaríamos si viviésemos las circunstancias de la otra parte. Es muy probable que nuestra perspectiva cambie.
  7. Mantenimiento de la imparcialidad. Como responsables del equipo, se espera de nosotros que seamos objetivos frente al problema y no afrontemos la negociación decantándonos hacia la persona que más apreciamos. Así sólo conseguiremos reforzar la relación con el favorecido y aumentar la distancia con el perjudicado, pero nunca resolver el problema. Una buena táctica de psicología activa para la gestión de conflictos pasa por el respeto, la cooperación de todos y la evitación de ataques personales.
  8. Control de emociones. La muestra de nuestro enfado o una actitud demasiado condescendiente obstruirán la resolución del conflicto. Necesitamos dialogar y negociar para llegar al consenso y, para ello, debemos mantener un comportamiento neutral que nos permita avanzar en las negociaciones.
  9. Las cosas claras. En una gestión de conflictos no es momento para andarse por las ramas u omitir detalles que forman parte del problema. Llegados a este punto, lo mejor que podemos hacer es sacar a la luz todo lo que consideramos que está mal. Comentemos todas las asperezas para poder limarlas y evitar que, en el futuro, vuelvan a resurgir.
  10. La importancia de la continuidad. Resulto el conflicto, es aconsejable no perder el vínculo creado tras el proceso de gestión del problema y que nuestro liderazgo dentro del grupo sirva también para asegurarnos de que el ambiente positivo logrado perdure.

 
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