La sociedad actual ha visto cómo en los últimos años distintas generaciones se encontraban en las empresas, compartiendo espacio de trabajo, pero con orígenes muy distintos. Es una situación muy diferente a la cual se registraba en el pasado. Antes de la tecnología y de los cambios generacionales drásticos que han ocurrido en tiempos modernos, la jerarquía en una empresa siempre era la misma. Cuando un empleado o profesional alcanzaba un nivel de edad avanzado, se daba por hecho que estaba mejor preparado que sus compañeros más jóvenes. Era una máxima que se ha perdido con el tiempo y que, en la actualidad, no se cumple de manera definitiva. En su lugar, cada generación aporta un abanico de rasgos propios que deben combinarse de forma eficiente en el entorno de trabajo para que la convivencia profesional sea positiva en la búsqueda del beneficio de la empresa.
Varias generaciones unidas
Es fácil apreciar tres grupos principales de profesionales que actualmente se encuentran en las filas de sus respectivas empresas. Por una parte, los trabajadores veteranos, chapados a la antigua, muy poco flexibles en su día a día y con conocimientos tecnológicos reducidos. Por otra parte, los empleados más jóvenes, que han nacido rodeados de los últimos progresos en tecnología y que tienen conocimientos expandidos sobre Internet. Y en último lugar la generación del centro, que creció cuando la tecnología daba sus primeros pasos en el entorno laboral y cuyo entendimiento del medio es alto, aunque también sabe comprender la rigidez del modelo laboral del pasado. La forma en la que este talento profesional y generacional se combina y alcanza sus más altas cotas de rendimiento es lo que ayuda a que las grandes empresas triunfen. Porque de nada sirve tener un equipo multigeneracional que no sabe beneficiarse de la sinergia que pueden lograr sus conocimientos y aptitudes.
La generación de los empleados de mayor edad está acostumbrada a la responsabilidad, a un horario rígido, a las normas y al uso de herramientas tradicionales. Se puede quedar por detrás de sus compañeros más jóvenes si no está abierto a los nuevos conocimientos o al aprovechamiento de la tecnología. Es por ello que resulta idóneo que pueda tener cerca a estos empleados más jóvenes con los que ajustarse al medio resulte más fácil. Tener la influencia de estas personas de menor edad puede ayudar a que la generación más experimentada encuentre nuevas formas de disfrutar de su trabajo, lo que no hay duda que les beneficiará tanto dentro como fuera de la empresa.
Los empleados jóvenes están habituados a la flexibilidad, a no seguir las normas de una manera tan exigente y al uso de la tecnología en todo momento del día. Nacieron tras la existencia de Internet, tuvieron siempre un portátil bajo el brazo y los teléfonos móviles siempre estuvieron ahí para ellos. Están preparados tecnológicamente y se han enfrentado a situaciones de formas muy distintas a las de sus compañeros más adultos. Pero no tienen tanta experiencia, ni saben tanto del mundo como ellos. Su perfil puede dejarles en blanco en situaciones en las que salgan de su zona de confort por no haber sido preparados para el mundo real. La influencia en ellos de las generaciones más adultas es positiva, sobre todo de llegar a crearse una relación de tutor-protegido entre ellos.
En último lugar, la generación del centro, también conocida como “generación puente”, es la que ha crecido mientras se estaba llevando a cabo el cambio en la sociedad. Es la que ha visto cómo la tecnología se desarrollaba, pero que al mismo tiempo ha sido educada con los valores de las generaciones más experimentadas. Las personas que encajan en este modelo son capaces de ver las distintas situaciones desde una zona externa más generalizada, lo que puede ser fundamental para que sus compañeros, tanto jóvenes como veteranos, puedan crecer. A veces lo único que necesitan dos personas de distintas generaciones es una tercera que entienda a ambas para que estas tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial.
Mejorar la convivencia
Desde el respeto y la curiosidad por expandir los conocimientos, los profesionales de todas las generaciones pueden llegar a evolucionar dentro de la unidad de trabajo. Es importante alcanzar un estado de armonía en el entorno laboral y para ello hay que hacer todo lo posible para que la convivencia mejore. Este es un proceso en el cual no siempre es necesario mediar, dado que los propios empleados suelen llegar a ver sus deficiencias y deducir qué o quién les puede ayudar para alcanzar un estado de conocimientos o actitud más adecuados. Siempre queda la figura del empleado de la tercera generación, el que está en medio, como elemento de apoyo para limar asperezas o conseguir que otras personas abran los ojos y vean qué es lo que necesitan para mejorar.
Una empresa que de verdad funcione con sus motores al máximo y en la cual la convivencia generacional no sea una asignatura pendiente, tendrá un equipo en el que la colaboración entre empleados estará a la orden del día. Tanto los miembros de una generación como los de las demás pueden ayudarse mutuamente de forma beneficiosa para llegar a ser empleados mucho mejor preparados y hacer gala de un mayor talento profesional.
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