A principios de la década de los 80, Howard Gardner formuló su Teoría de las inteligencias múltiples en la que distinguía ocho tipos de inteligencia. Sin embargo, desde entonces, otros investigadores han sumado nuevas categorías a esta clasificación.
De este modo, junto a los tipos de inteligencia lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, kinestésica, intrapersonal, interpersonal y naturalista propuestos por Gardner en Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences, en la actualidad también hablamos, entre otras, de la inteligencia colaborativa, desarrollada a partir de trabajo de William Morton y sus investigaciones sobre las hormigas y su capacidad de tomar decisiones en grupo.
Definición de inteligencia colaborativa
Dentro de los tipos de inteligencia, la colaborativa es aquella que tiene como objetivo “superar el pensamiento del grupo y los sesgos cognitivos individuales para permitir a un colectivo cooperar en un proceso mientras alcanza un rendimiento intelectual mejorado”, según la definición de Tom Atlee, autor de Empowering Public Wisdom.
Por tanto, lo que diferencia a la inteligencia colaborativa de otros tipos de inteligencia es que permite a un conjunto de personas encontrar más o mejores soluciones que la suma de las soluciones aportadas de forma individual. Se trata, como señala Francis Heylighen en Collective Intelligence and its Implementation on the Web: Algorithms to Develop a Collective Mental Map, de “la habilidad que tiene un grupo para resolver más problemas que sus miembros individuales”.
No obstante, el Innovation Center for Collaborative Intelligence incorpora un matiz en su concepción de la inteligencia colaborativa, ya que se refiere expresamente al papel de la tecnología en la creación de un contexto que promueva su desarrollo. En este sentido, la define como “la deliberación ordenada, facilitada por tecnologías sociales, que permite a un conjunto de personas crear un mejor conocimiento compartido y tomar decisiones, con mayores posibilidades de superar los retos y dificultades que plantean las distintas actividades humanas en un entorno cada vez más complejo y cambiante”.
No es que con anterioridad a internet o las redes sociales no existiera la inteligencia colaborativa; de hecho, puede darse en cualquier reunión de personas. Ya decía José Ortega y Gasset que “solo se aguanta una civilización si muchos aportan su colaboración al esfuerzo”. Pero no cabe duda de que la tecnología ha abierto la puerta a un campo de actuación infinitamente más amplio, donde los límites temporales y geográficos se diluyen. Estas nuevas reglas del juego deben ser aprovechadas por las empresas, si quieren perdurar en el mercado.
La inteligencia colaborativa en la empresa
Hoy más que nunca, el entorno empresarial está caracterizado por un constante cambio y un frenético ritmo de digitalización que ponen a prueba la capacidad de adaptación de las compañías.
Como señalan E. Baca, J.L. González Quirós, B. Lara, R. Mira, I. Quintanilla, y L. Soberón en el ensayo Inteligencia colaborativa: clave para superar los crecientes retos de nuestro tiempo, “estamos en los comienzos de un nuevo modelo social donde la conexión en red matiza la capacidad de influencia de sus líderes y la disponibilidad de recursos se superpone a la propiedad de los mismos, por lo que la complejidad de los problemas que afrontamos requiere enfoques multiperspectiva, transdisciplinares e interactivos, donde todos los interesados estén presentes o debidamente representados para enriquecer los procesos de toma de decisiones”.
En consecuencia, aquellas organizaciones que quieran sobrevivir deben incorporar el máximo talento posible para enfrentarse a los continuos retos y desafíos que se presentan. Pero, ya no basta con disponer de talentos aislados, puesto que una persona por sí sola no siempre es capaz de encontrar la mejor solución o el mejor camino a tomar. Por ello, las empresas necesitan potenciar la inteligencia colaborativa como una más de los tipos de inteligencia, es decir, conseguir involucrar a cuantas más personas mejor en la búsqueda concertada y abierta de soluciones para aumentar las probabilidades de éxito.
“Esta nueva realidad puede ser llevada a otros niveles y empezar proyectos de intercambio de conocimientos y capacidad de reflexión y empoderamiento, dando voz a mucha gente y potenciando la capacidad de creatividad y aprendizaje”, comentan Ramón Sangüesa e Irene Lapuente, de Co-Creating Cultures .
Pautas para implementar la colaboración entre los tipos de inteligencia
¿Cómo pueden las compañías potenciar la inteligencia colaborativa? Desde el Grupo P&A, en un artículo para Psicología y Mente, recomendamos a los líderes que inicien la implantación de la inteligencia colaborativa dentro de las organizaciones mediante los siguientes pasos:
- Incluir la colaboración como parte de la política y objetivos empresariales. Tanto en los procesos de selección, como de promoción y evaluación del desempeño, la capacidad colaborativa de los profesionales debe ser un factor prioritario, explicando e incidiendo en la necesidad de que los trabajadores desarrollen esta modalidad de los tipos de inteligencia.
- Reconocer el esfuerzo colaborativo. En este mismo sentido, es imprescindible que la compañía valore y reconozca a aquellos empleados que muestran un mayor trabajo colaborativo y ponga en prácticas medidas para retener este talento.
- Habilitar espacios que propicien el intercambio de ideas. Para potenciar el trabajo colaborativo, las organizaciones tienen que crear espacios físicos y virtuales que permitan a los empleados trabajar juntos en los proyectos.
- Dotar de recursos tecnológicos a las plantillas. Asimismo, las empresas tendrán que implantar herramientas inteligentes que favorezcan la conversación y reflexión de los grupos y transformen la información en conocimiento colectivo de utilidad.
- Gestionar conflictos. La inteligencia colaborativa requiere de un mayor grado de interacción humana, por lo que es más probable que surjan controversias entre los trabajadores. De ahí que los líderes deban saber cómo gestionar los conflictos.
- Ejercer un liderazgo basado en la confianza. Para que todos los profesionales se muestren dispuestos a proponer ideas e intercambiar conocimientos, los directivos debe basar su liderazgo en la confianza.
- Compartir el conocimiento. La información debe fluir por toda la organización y no quedarse estancada en el grupo o departamento en cuestión.
En el Grupo P&A contamos con más de dos décadas de especialización en el sector del Liderazgo y Recursos Humanos, incorporando las últimas metodologías y programas para sacar el máximo potencial al capital humano.