Es algo inevitable e inherente al cargo. Hablar en público es parte de nuestras funciones como directivos y, en mayor o menor medida, vamos a tener que enfrentarnos a diferentes auditorios a lo largo de nuestra carrera.
Tanto si poseemos de forma natural el don de la palabra como si no, existen técnicas para el desarrollo del talento comunicativo que nos van a permitir perfeccionar nuestra oratoria para hacer llegar el mensaje de forma clara y eficaz. Sólo vamos a necesitar realizar una serie de preguntas.
¿A quién nos dirigimos?
No es lo mismo hacer una presentación ante el consejo de administración que ofrecer un discurso en una entrega de premios, dar una conferencia en una universidad u ofrecer una charla sobre objetivos a nuestro equipo de trabajo.
El público debe marcar el contenido de nuestra disertación si queremos hacernos entender y conectar con la audiencia. Por tanto, debemos tener claro de antemano qué es lo que desean saber nuestros oyentes, cuáles son sus intereses y preguntas sobre el tema y qué estilo de comunicación se espera de nosotros.
Usar un lenguaje acorde al auditorio y preparar posibles dudas y preguntas que surjan de los oyentes pueden ayudarnos a lograr un discurso perfecto.
¿Qué queremos transmitir?
Seguramente, muchas ideas. Sin embargo, un discurso disperso sin un mensaje claro, puede impedir la comprensión por parte de los oyentes.
Así, el desarrollo del talento comunicativo, incluye la definición del mensaje, esa idea clave que debe ser el eje de nuestra intervención y sobre la que giren el resto de puntualizaciones. Busca el titular de tu mensaje, ése que quieres que la gente recuerde al finalizar la charla, y confecciona el discurso con base en él.
Y no debemos olvidarnos de que los primeros minutos de nuestra presentación, son vitales para captar la atención del auditorio. Aprovechémoslos.
¿Cómo apoyamos visualmente nuestro speech?
En más de una ocasión hemos asistido a soporíferas charlas donde el Powerpoint ha sido el gran protagonista.
Las presentaciones son una gran herramienta. No se trata de demonizarlas, sino de usarlas adecuadamente. El apoyo visual debe ser un complemento a nuestro discurso, que aporte un valor añadido, y no una transcripción de lo que estamos diciendo.
Nuestro público no quiere leer, sino escucharnos. Olvidémonos de extensas fichas y apostemos por contenidos audiovisuales que enriquezcan nuestra intervención: gráficos si presentamos un informe de resultados, esquemas conceptuales sobre los nuevos objetivos de la empresa, vídeos documentales que respalden nuestro mensaje, etc.
Lo mismo ocurre con los papeles. Está bien que tengamos el texto impreso delante de nosotros, pero eso no quiere decir que nos limitemos a leerlo. Levanta la vista de los folios y dirígete a ellos.
¿Cómo podemos templar el nerviosismo?
A pesar de haber realizado un excelente trabajo de preparación, a la hora de la verdad es habitual sentir cierto nerviosismo ante la idea de hablar en público. No obstante, debemos impedir que los nervios excedan los niveles normales y nos paralicen, destruyendo cualquier posibilidad de conectar con la audiencia y echando por la borda horas de dedicación.
¿Cómo? Existen algunos tips que nos pueden ayudar:
- Dominar el tema que vamos a abordar, de modo que podamos resolver diligentemente cualquier imprevisto que surja. ¿El proyector no funciona? No hay problema, sólo era un apoyo a nuestro discurso.
- Practicar la intervención en voz alta. Repetir varias veces la charla ante el espejo o personas de confianza es también una técnica de desarrollo del talento comunicativo que nos va a hacer sentir más preparados cuando llegue el momento crucial. Presta especial atención a los primeros minutos del discurso, ya que un buen comienzo nos va a aportar seguridad y confianza para el resto de la disertación.
- Estudiar posibles fallos técnicos y alternativas, de modo que, en caso de ocurrir, seamos capaces de superarlos con calma y eficiencia.
- Concentración máxima en los instantes previos. Debemos evitar alimentar nuestro nerviosismo en los minutos anteriores a la intervención, esforzándonos por mantenernos serenos y repasando mentalmente el guion de la presentación. Evita dar vueltas por la sala o conversaciones y saludos de última hora y céntrate en el discurso.
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