a Wolfgang Strasser.

“Llevadera es la labor cuando muchos comparten la fatiga”. (Homero)

En los últimos tiempos se han producido acontecimientos luctuosos que han desencadenado una solidaridad generalizada, cuya base es un comportamiento prosocial de ayuda en el que se incluye el comportamiento altruista (Helping Behavior). Esta encomiable reacción global es digna de admiración, pero también sería conveniente reflexionar sobre su aplicación a un nivel interpersonal, más cercano y cotidiano. En este artículo examinaremos los pensamientos, sentimientos y conductas asociadas al comportamiento de ayuda y su relación con el altruismo. Promover la ayuda tiene efectos beneficiosos para las personas, la familia, las empresas y la comunidad.

Definición

El comportamiento altruista consiste en proporcionar ayuda a los demás, cuya motivación principal es el bienestar de la otra persona, incluso a costa de uno mismo.. La persona se involucra en acciones específicas, como compartir, ayudar y consolar, sin expectativas egoístas. Más genérico es el comportamiento de ayuda, en el que no importa la motivación del que proporciona la ayuda. Por último, el más genérico de todos, el comportamiento prosocial, que incluye comportamientos positivos de relación con los demás, tales como la colaboración, la amistad, la consideración, la cortesía…

Antecedentes

La historia del conocimiento humano ha tratado siempre el concepto de ayuda como algo inherente a la naturaleza humana. En Filosofía autores como Platón, Aristóteles, Maimónides, Santo Tomás, Kant… han insistido siempre en la importancia de “tratar a los demás como quieres que te traten a ti”. Así mismo, la mayoría de las religiones han fomentado la caridad, la compasión y la reducción del sufrimiento ajeno.

Los enfoques científicos, especialmente la Sociología y la Psicología Social, han tratado continuamente el cómo y el por qué se ayuda a los demás pero se escribió poco sobre el tema hasta que se produjo un trágico acontecimiento. En 1964 la portada del New York Times publicó la noticia  del asesinato de la Srta. Kitty Genovese en las calles de Nueva York. Las circunstancias de su asesinato y la aparente reacción (más bien la falta de ella) de las 38 personas que presenciaron dicho suceso, provocó un escándalo público generalizado y de gran intensidad (1). La investigación psicológica intentó analizar este fenómeno, conocido como “efecto espectador” o “caso Genovese” y comprender por qué la gente no interviene en situaciones difíciles, padecidas por otras personas. Hasta el momento, han aparecido miles de artículos en revistas profesionales y múltiples libros sobre el tema (2).

Enfoques sobre el Comportamiento de ayuda.

A continuación presentamos las raíces del origen de la conducta de ayuda siguiendo los niveles de desarrollo.

1º Enfoque natural. La teoría evolutiva nos dice  que el comportamiento de ayuda hacia las personas más cercanas ha sido fundamental para conseguir la supervivencia. Un ejemplo actual, sería el apoyo familiar y de amigos en las situaciones difíciles. Pero no solamente a las más cercanas sino a las personas de nuestro grupo de pertenencia, que ha generado la colaboración y la cooperación para la consecución de objetivos comunes, que es la base de la cohesión. Esta explicación proporciona una inclinación general para ayudar, pero no es suficiente para explicar el por qué y ahora del comportamiento de ayuda (3).

2º Enfoque cultural. Otra corriente de pensamiento piensa que la cultura y el aprendizaje social son los que generan personas útiles. Este enfoque utiliza las reglas sociales y la socialización (proceso de crianza de los niños) para explicar el comportamiento de ayuda.

Una regla universal es la reciprocidad, que consiste en ayudar a las personas que te ayudaron o podrían ayudarte en el futuro. Una condición importante es no esperar la recepción de la ayuda para proporcionarla, anticípate si quieres crear un ambiente adecuado a tu alrededor (“solo recogerás aquello que has sembrado”).

Una segunda regla es la equidad. En muchos casos cuando las personas se sienten privilegiadas actúan para corregir la situación. Curiosamente algunos, si no consiguen corregir y minimizar la desigualdad, culparán a la víctima de su propia desagracia (“se lo ha buscado”) (4).

Una tercera norma en el comportamiento de ayuda es la responsabilidad social. Este es un valor que hace que las personas se sientan responsables de ayudar a aquellas personas que necesitan ayuda o que dependen de ellas (“ayudar a niños, ancianos, personas discapacitadas, enfermos…”).

3º Enfoque psicológico a nivel individual. Hace referencia a las recompensas recibidas por ayudar, los costos de proporcionar la ayuda y las emociones asociadas al acto de ayudar. Las recompensas pueden ser físicas (materiales), sociales (reconocimiento) o emocionales (bienestar con uno mismo). Los costos también pueden ser motivadores del comportamiento de ayuda; las personas puede ayudar para evitar la culpa, la vergüenza o la desaprobación social asociadas al incumplimiento de obligaciones sociales. La teoría del aprendizaje social nos dice que estas recompensas y/o costos facilitarán comportamientos de ayuda en el futuro y, de esta forma, se irán modelando comportamientos útiles que se irán desarrollando durante toda la vida.

En el estudio de las emociones se ha desarrollado el Modelo empatía-altruismo (Batson y otros, 2011). Aunque muchas personas piensan que el egoísmo, con múltiples matices, es la única motivación que explica el comportamiento de ayuda; otros consideramos que el altruismo, es decir, no esperar ningún beneficio, también puede ser una motivación para ayudar en determinadas situaciones. En este modelo, la clave es empatizar con la víctima e imaginar cómo se siente, lo que provoca una excitación empática por ayudar a la otra persona. La preocupación máxima de ayudar a otro es su bienestar, aceptando el costo de ayudar a otro que lo necesita (“sacrificio propio”). Los sentimientos de empatía producen fusión con el otro y con su dolor emocional, la intervención será para aliviar dicho dolor y, como consecuencia, la persona que ayuda también aliviará su propio dolor. Consideramos que esta preocupación por el bienestar del otro es el auténtico comportamiento altruista.

Características personales del comportamiento de ayuda.

Parece evidente que el desencadenante del comportamiento de ayuda se compone de múltiples factores, especialmente la presión de la situación sobre la persona que ayuda. En este apartado trataremos de responder a una pregunta muy frecuente: ¿existen diferencias individuales y de personalidad en el comportamiento de ayuda? La respuesta a esta pregunta nos pone en relación con lo siguiente:

1º Depende del proceso de socialización. El proceso de socialización es un proceso que dura toda la vida, que permite al ser humano el descubrimiento de “los otros” y conseguir una integración equilibrada en la sociedad mediante la adquisición de valores, símbolos, creencias y costumbres del grupo de personas con el que se va a convivir. Por ejemplo, no se han encontrado diferencias entre  mujeres y hombres en el hecho de proporcionar ayuda, pero sí la hay en la manera de darla.

2º Orientación prosocial de la personalidad. Este apartado se compone de dos elementos:

a) Empatía orientada a los demás. Esta dimensión se manifiesta en personas con: fuerte sentido de responsabilidad social, se sienten ligadas emocionalmente con las personas necesitadas, comprenden los problemas de la víctima y tienen un alto sentido del razonamiento moral de ayudar a los demás. (Penner y otros 2919).

b) La amabilidad. Este rasgo incluye características como: ser comprensivo, generoso, indulgente, servicial, comportamientos de armonía social y simpatía. Las investigaciones indican que hay una alta correlación entre amabilidad y comportamiento de ayuda (Graziano y otros, 2007).

Un último detalle, algunos autores han añadido “sentido de la auto-eficacia”, es decir, creer en la propia capacidad de ser útiles a los demás.

Barreras

En el apartado anterior, hemos tratado el impacto de las características personales en el proceso de involucrarse en acciones prosociales. En situaciones extremas de peligrosidad existe una reacción paralizante , producida por el miedo a salir dañado, pero no es el caso de la inmensa cantidad de situaciones sociales, en las que se puede prestar ayuda (5).  En este apartado, indagaremos en los efectos inhibidores de la situación en las personas que asisten al hecho, aunque no exista peligro.

El “efecto espectador” es el fenómeno más relevante de cómo la situación puede afectar al comportamiento de ayuda. Las investigaciones sobre el efecto espectador han descubierto diversas variables, que intervienen  negativamente en el comportamiento de ayuda.

  • Temor a ser juzgado. Temor a que los otros espectadores juzguen que nuestra intervención no estaba justificada.
  • Ignorancia pluralista. Las personas tienden a mirar cómo reaccionan los demás, especialmente en situaciones ambiguas. La ausencia de reacción justifica la poca importancia del suceso.
  • Difusión de la responsabilidad. En múltiples experimentos se ha mostrado que a medida que aumenta el número de espectadores, disminuye el impulso a intervenir.

Cómo actuar                                                                                             

Aunque la reacción es, en muchas ocasiones, un impulso reactivo instantáneo, los investigadores consideran que los siguientes aspectos son la  clave  en la superación del efecto espectador.

  1.  Capacidad de identificar la situación de irregular.
  2. Interpretar el evento como una emergencia.
  3. Gestionar la confusión o miedo.
  4. Utilizar la empatía experimentando sentimientos de responsabilidad.
  5. Confiar en que se tienen las habilidades precisas para ayudar.
  6. Tomar la decisión de ofrecer ayuda.

Consecuencias                                                                                                       

Los comportamientos prosociales de ayuda hacen un bien a la persona que los recibe, pero también produce efectos beneficiosos para el “ayudante”.

  • Efectos positivos en su estado de ánimo.
  • Beneficios del reconocimiento y apoyo social.
  • Reducción del stress. Mitiga los efectos emocionales del stress.
  • Disminuye la soledad, el consumo de alcohol y la depresión.

Conclusión

Como el comportamiento humano en general, los comportamientos prosociales y los de ayuda en particular, son fenómenos complejos influidos por una multitud de factores. La ayuda a otras persona depende de aspectos sociales presentes en la situación, de las características específicas de lo que se necesita y de las motivaciones y habilidades del potencial “ayudante”. Tal y como hemos visto en este artículo, el comportamiento de ayuda no es un tema sencillo, como puede parecer a primera vista. Sin embargo, pese a su complejidad, es un comportamiento positivo, que beneficia  a todos, tanto a las personas como a la sociedad. En resumen, nos permite vivir en un mundo algo mejor, más solidario.

Empezamos con la frase de un escritor clásico; terminamos con la frase de otro:        ” Soy un hombre, nada de lo humano me es ajeno” (Publio Terencio).

 Notas                                                                                                                                         

(1) En todos estos años, se han producido canciones (Joan Baez), películas ( Fabrizio Prada), series, reportajes… Como dato curioso, una compañía de teatro valenciana, Groc Teatre, estrenó en 2017 una obra, Genovese, inspirada  en este caso. Recibió el premio Max de teatro en 2019. En 2007, Levine y Collins revisaron el relato del asesinato  y sus consecuencias, creando dudas sobre la versión del periódico. Pero el hecho es que la historia creó un mito que influyó decisivamente en la historia de la humanidad.

(2) El primer trabajo se publicó en el Journal of Personality and Social Psychology por Darley & Latané.

(3) Precisamente, el premio Nobel de Medicina del año 1973 y uno de los fundadores de la Etología, Konrad Lorenz, en uno de sus últimos libros, “Los pecados mortales de la humanidad civilizada”, nos dice que uno de ellos es “la superficialidad generalizada y el empobrecimiento de los sentimientos”, en otras palabras, que se está produciendo una paulatina atrofia de los sentimientos

(4) La disonancia cognitiva nos dice que de esa forma mantiene su percepción  de un mundo equilibrado.

(5) El caso Genovese sucedió en la madrugada del 13 de Marzo, cuando la Srta Genovese se retiraba a su casa, después de trabajar. Solamente una persona, de los 38 espectadores, llamó a la policía, aunque llegó tarde. Todas observaron pasivamente  el hecho desde sus casas. La pregunta fue, y sigue siendo, pese a las excepciones, ¿ qué ha sucedido a la humanidad para asumir esa indiferencia ante el dolor ajeno?.

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