Relaciones personales en la oficina
Pasamos gran parte de nuestro tiempo en el trabajo, de modo que la oficina se convierte en un lugar propicio para el surgimiento de relaciones personales de índole amoroso entre los diferentes integrantes de la empresa. Pueden darse entre superiores y trabajadores a su cargo, entre empleados de diferentes departamentos o entre miembros de un mismo equipo.

Aunque las relaciones íntimas o románticas en sí no tienen por qué suponer ningún problema para la Dirección de la empresa, los efectos negativos que pueden originar en el seno de la organización hacen que sea necesario el establecimiento de una serie de pautas o políticas bien definidas con las que gestionar el riesgo potencial y evitar que enturbien el ambiente laboral.
 

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Posibles problemas de las relaciones personales en el trabajo

¿Cómo puede afectar a la empresa una relación íntima entre dos miembros de la compañía? Si todo se desarrolla de forma positiva, los vínculos personales entre compañeros, o jefes y trabajadores, pueden desembocar en una mayor comunicación, creatividad y dinamismo entre esas dos personas, beneficiando por ende al funcionamiento del resto de la plantilla y al clima laboral de la organización.
Sin embargo, las relaciones amorosas en el lugar de trabajo –tanto si prosperan como si fracasan- no están exentas de perjuicios para la compañía:

  • Quizá por las consecuencias legales y el impacto en la reputación de la empresa que conlleva, el problema más grave que presentan las relaciones personales en la oficina se dan en aquellas entre empleados sénior o jefes y júnior o subalternos, ya que existe el riesgo de que surjan demandas por acoso sexual o abuso de poder en caso de ruptura.
  • Incluso si la relación prospera entre estas dos personas, es probable que el resto de empleados denuncien la existencia de favoritismos o el acceso de una de los miembros a información privilegiada y/ confidencial.
  • Las relaciones entre compañeros de la misma categoría profesional tampoco están exentas de problemas. Desafortunadamente, la mayoría de las rupturas no terminan de forma amigable, por lo que el trabajo de la pareja puede verse empañado por la vida personal de los trabajadores, afectando al normal desempeño del resto de la plantilla.
  • Los rumores y chismes suelen ser habituales en todas las situaciones en las que dos trabajadores inician una relación, especialmente en las primeras fases del vínculo, propiciando distracciones entre el personal de la empresa y reduciendo la eficacia y productividad de los empleados.

 

¿Cómo afrontar una relación íntima entre compañeros?

Entre el 50% y el 70% de los profesionales admite que han mantenido relaciones personales con algún compañero de trabajo. Por tanto, como directivos, debemos asumir que estos vínculos van a surgir con el tiempo, centrando nuestros esfuerzos en establecer las bases para que los aspectos personales de los empleados interfieran lo menos posible en su desempeño profesional.

  • Evitar las prohibiciones. No es solo que no vayan a servir de mucho, pues lo único que conseguiremos será trasladar las relaciones a la clandestinidad, sino que la aplicación de esta norma puede traer acusaciones de trato discriminatorio e injusto.
  • Comunicar las expectativas de la empresa a la pareja. Aunque la vida personal de nuestra plantilla debe quedarse al margen del ámbito laboral, resultará positivo mantener una reunión informal y cordial con los dos empleados para recordarles la importancia de que su relación no afecte al buen desarrollo de la actividad empresarial y comunicarles las pautas de comportamiento que esperamos desde la Dirección.
  • Procurar reasignar a la pareja a distintos departamentos, en la medida de lo posible. Sí que está en nuestras manos tratar de que los miembros de la pareja desarrollen sus funciones en distintas áreas, acallando así las críticas por trato de favor entre ellos. Para evitar conflictos con los implicados, es aconsejable mantener un encuentro que nos permita alcanzar un entendimiento sobre el cambio de departamento si fuera necesario.
  • Elaborar un protocolo de actuación para gestionar las crisis. Aunque con suerte no tengamos que llegar a usarlo, es esencial disponer en la compañía de una política clara y definida para abordar los problemas en caso de acoso sexual en el trabajo o discriminación.

 

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