En los próximos años asistiremos a una irrupción de la tecnología en los puestos de trabajo no cualificados, lo que llevará a muchas empresas a usar máquinas para funciones que antes realizaban los trabajadores. Como consecuencia, la capacidad de creatividad e innovación de los profesionales será una de las cualidades más valoradas a nivel laboral; y estas competencias pueden ser impulsadas por las compañías mediante metodologías como el método Scamper.
De hecho, según el estudio El futuro del trabajo y la creatividad, elaborado por Steelcase y Microsoft, el 77% de los empleados considera que la creatividad es la respuesta para hacer frente a la automatización de numerosos puestos de trabajo, debida a la implantación de la inteligencia artificial durante los próximos años.
Como cualquier habilidad, esta actitud innovadora es mejorable por todas las personas y compañías. Para conseguir dicha mejora, existen diferentes mecanismos y modelos que facilitan la introducción de un espíritu creativo en la actividad empresarial. Uno de ellos es el método Scamper.
¿Qué es el método Scamper?
La aparición del método Scamper se la debemos a Bob Eberle, que elaboró una lista de acciones, fácil de recordar y organizada sobre la base de la técnica de branstorming ideada por Alex Osborn.
Se trata, por tanto, de una herramienta cuyo objetivo es potenciar la creatividad de las personas en cualquier entorno. Se trate de plantear una serie de cuestiones, que nos permitirán llegar a soluciones innovadoras de un problema, mediante la introducción de mejoras a realidades ya existentes.
Su sencillez y eficacia, así como la posibilidad de compatibilizarlo con otros instrumentos de creatividad, ha hecho que el método Scamper sea muy utilizado en el ámbito empresarial para la optimización de productos, servicios o procesos, como parte de una estrategia empresarial de mejora continua.
¿Cómo funciona el método Scamper?
La metodología Scamper consiste en la formulación de una serie de preguntas preestablecidas, basadas en varios verbos de acción, que terminan dando lugar a una infinidad de propuestas alternativas a un mismo problema.
¿Cuáles son los aspectos cuestionados? Eberle estableció siete fases para el desarrollo del método Scamper:
- Sustituir, es decir, qué elementos se pueden sustituir y cuáles no dentro de una idea. En este caso, habría que plantearse, entre otras, las siguientes preguntas:
- ¿Puede sustituirse una pieza o componente por otro?
- ¿Puede transformarse el color, el tamaño o la presentación del producto?
- ¿Pueden cambiarse las personas responsables?
- ¿Pueden intercambiarse los roles?
- ¿Pueden cerrarse acuerdos con otros proveedores?
- ¿Puede modificarse el target al que va dirigido el producto?
- ¿Puede alterarse algún paso del proceso?
- ¿Puede introducirse una respuesta esperada por otra?
- Combinar, entendido como qué elementos se pueden combinar para mejorar la solución. En este sentido, se trata de plantear:
- ¿Es posible unificar varios proyectos?
- ¿Se pueden mezclar varios productos o servicios para crear uno nuevo?
- ¿Tiene cabida la fusión de diferentes aplicaciones o usos?
- ¿Se pueden combinar diferentes piezas o componentes?
- ¿Sería conveniente adoptar ideas de la competencia?
- ¿Se pueden juntar diferentes departamentos o profesionales para constituir equipos multidisciplinares?
- ¿Se pueden usar procesos de otros productos o servicios?
- Adaptar o, lo que es lo mismo, implementar mejoras que permitan resolver otros problemas. Las preguntas, que deben realizarse, son las siguientes:
- ¿Se puede adaptar alguno de los objetivos, usos o aplicaciones?
- ¿Sería conveniente adaptar alguno de los elementos o el formato del producto o servicio?
- ¿Es posible reajustar la idea a otro mercado o público?
- ¿Es viable adaptar el proceso para beneficiar a otro departamento o empleado?
- ¿Es necesario introducir adaptaciones para ajustarse a un nuevo contexto?
- ¿Hay que adaptar la propuesta para ajustarse a una norma o principio?
- Magnificar, es decir, cómo se puede optimizar el producto, servicio o proceso, cuestionando los siguientes aspectos:
- ¿Qué elementos se pueden modificar para mejorar el resultado final?
- ¿Es posible aumentar el target?
- ¿Existen cambios que beneficiarían la calidad, durabilidad o eficiencia de la solución?
- ¿Qué cambios se pueden introducir para redundar en la experiencia del consumidor?
- ¿Puede ampliarse el equipo de profesionales encargado del proyecto?
- ¿Cómo se podría incrementar la popularidad, credibilidad o viralidad de la idea?
- Proponer, en referencia a la cuestión de qué otros usos se pueden ampliarse a otros productos, servicios, procesos… En este punto, conviene preguntarse lo siguiente:
- ¿Puede usarse este producto, servicio o proceso para otra cosa distinta?
- ¿Existe otra forma de usar el producto, servicio o proceso?
- ¿Es posible incorporar nuevos valores, además de los usos iniciales?
- ¿Tiene el consumidor la opción de dar otros usos diferentes?
- ¿Podría dirigirse a otro tipo de público objetivo?
- ¿Se pueden romper las reglas o pautas preestablecidas?
- Eliminar, determinando qué elementos o procesos pueden anularse sin que se altere el resultado final. Aquí se engloban, entre otras, las siguientes preguntas:
- ¿Es posible omitir algún componente o fase del procedimiento?
- ¿Qué habría que eliminar para que el producto o servicio sea más sencillo, pequeño o eficaz?
- ¿Cómo se pueden subsanar fallos o riesgos?
- ¿Se puede reducir el personal dedicado al proyecto sin mermar la calidad o competitividad?
- ¿Hay opción de minimizar la necesidad de reparación o actualización?
- ¿Es posible eliminar parte de la experiencia del usuario sin que afecte a su opinión sobre el producto o servicio?
- ¿Cómo se puede aligerar el proceso de creación o los tiempos de producción?
- Reordenar, analizando cuál es la mejor combinación de elementos y fases, para que el resultado sea más eficiente sin perder calidad ni esencia. Entre las ideas que hay que estudiar, se encuentran:
- ¿Puede reordenarse alguno de los pasos del proceso?
- ¿Es más eficiente la fabricación invirtiendo el orden de colocación de las piezas?
- ¿Es posible reordenar el trabajo de los profesionales implicados o sus roles para potenciar el rendimiento?
- ¿Pueden reordenarse las estrategias, objetivos, premisas o soluciones?
- ¿Puede modificarse el ‘timming’ o calendario de eventos previsto?
- ¿Puede reordenarse el argumentario para resultar más convincente sin perder sentido?
Una vez que estén todas las propuestas encima de la mesa, la culminación del método Scamper consiste en evaluar todas las ideas aportadas y seleccionar las que supongan una mejora del producto, servicio o proceso.
Junto a esta técnica de fomento de la creatividad, en el Grupo P&A contamos con un amplio catálogo formativo con diferentes programas encaminados a potenciar la innovación en el seno de las empresas en colaboración con Crossknowledge, como cursos sobre metodología Triz, el modelo PDCA o las 8D para el análisis y resolución de problema y formaciones sobre Innovación y creatividad, entre otros.